La acortada sombra del Tigre
La sombra de Tiger Woods es más corta que la dureza de los greens esta primavera seca. Ya tiene 28 años, no gana un grande desde el Open de Estados Unidos de 2002, ha ido perdiendo el poder intimidatorio que hacía que, llegadas las grandes ocasiones, los demás concluyeran que sólo valía la pena batirse por la segunda plaza.
Ya ha ganado ocho grandes en ocho años -tres Masters, dos Open de Estados Unidos, dos Campeonatos de la PGA y un Open Británico-, pero, cuenta, tal detalle, combinado con la sensación universal de que anda ligeramente perdido en su juego, no le evita dolorosas situaciones para su orgullo: "Fui a la tienda de ultramarinos y el dependiente, muy amable, fue capaz de decirme: 'Ya sé lo que le pasó el otro día. Ya le vi dar aquel mal golpe, ese hierro-4 que se le fue a la derecha'. Y yo, claro, me callé lo que iba a contestarle. En este país todos somos grandes entrenadores de sofá. Y el golf no es diferente".
Quizás las ayudas espontáneas le lluevan a Woods -también reconoce que recibe un montón de correos electrónicos diariamente con consejos para mejorar su juego-desde que se hizo pública su ruptura con Butch Harmon, el técnico que modeló su juego y su swing durante diez años.
Quizás por eso también, Woods jugara el martes una ronda de entrenamiento con José María Olazábal, quien trabaja con Harmon para cambiar detalles del suyo. Pero... no; no utilizó al de Hondarribia como un Harmon vicario: "Estuve con Ollie porque ganó en 1999, el último año en que el campo y los greens estuvieron tan secos, duros y peligrosos como se espera que estén éste".
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