Los Jazz suenan a milagro

Los Jazz de Utah tienen por delante ocho días y cuatro partidos en su apurado sprint para alcanzar las eliminatorias finales de la NBA. De momento, en cuatro semanas, el equipo de Raúl López ha ganado diez encuentros y se ha afianzado en el octavo puesto de la Conferencia Oeste, el último que da derecho a disputar el título. Además, sólo le separan dos victorias del séptimo, los Rockets de Houston. En la madrugada española de ayer se impuso (92-81) precisamente a los Grizzlies de Memphis.

El conjunto de Tennessee se encuentra en un proceso de pulido y oxigenación con la vista puesta también en unos play-offs ya garantizados. Esa circunstancia aconsejó la ausencia de Pau Gasol, todavía con molestias en su pie derecho. Fue, pues, el primer partido oficial, tras 240 sucesivos, que se ha perdido el baloncestista español desde su debut, el 1 de noviembre de 2001.

Los Jazz siguen sonando a milagro. Su melodía actual, mezcla de presión y optimismo, muy pocos se la podían imaginar hace cinco meses y medio, cuando empezó la temporada. Según las previsiones de entonces, se presentaba como el peor equipo de la competición y muchos analistas le otorgaban alrededor de diez triunfos. Ya ha alcanzado 41.

Su técnico, Jerry Sloan, ha tenido que convivir con la marcha de los símbolos históricos, Stockton y Malone; con la baja por lesión de su máximo anotador, Harpring, y con la dirección de dos bases debutantes y de otro con una experiencia previa en el mejor torneo del mundo de apenas 650 minutos. Sloan, que sufre en silencio la lucha de su esposa, Bobbie, contra el cáncer, ha dispuesto un clima de competencia extrema que causa, por ejemplo, que Raúl López pueda jugar indistintamente ocho minutos o 30, siempre en función del acierto que muestre y de lo inspirados que estén los otros bases, Arroyo y Williams.

El caso es que, sin un solo pívot capaz de anotar con facilidad o regularidad y con cuatro jugadores que ni se desenvuelven en un inglés perfecto, Utah puede pasar al tramo decisivo una vez más. Como cada año desde hace 20.

Connecticut se anota la NCAA

La Universidad de Connecticut superó (82-73) a la de Georgia Tech en la final de la Liga universitaria (NCAA), en San Antonio (Texas). El grupo de Jim Calhoun lo tenía todo a su favor y plasmó su superioridad: el tirador que nunca falta ni falla, una gran defensa y el control absoluto. En definitiva, Emeka Okafor, su pívot de origen nigeriano, se despide del baloncesto estudiantil cargado de razones para ser el número uno del próximo draft. El mejor jugador de la Final a Cuatro logró esta vez 24 puntos y cogió 15 rebotes.