"Sería un grave error que el Gobierno no consultara a los científicos sobre I+D"
La pugna interna que mantiene el PSOE acerca de cómo debe organizarse el sistema público de I+D en España y cómo debe gestionarse el ansiado incremento de recursos prometido en la campaña electoral, causa inquietud en la comunidad científica. Joan Guinovart, presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce), sostiene que éste es un "buen momento" para dotar al sistema de una estructura "flexible y eficaz" que contribuya al desarrollo de una economía basada en el conocimiento. El diseño de ese sistema, en el que "deben participar los agentes políticos, económicos y sociales", no puede hacerse "de espaldas a los científicos", asegura. La entidad cuenta con medio centenar de sociedades adheridas.
"La gran fuerza de la economía del siglo XXI no son las manos, sino el cerebro"
"Necesitamos un sistema con criterios científicos y al margen de vaivenes políticos"
Pregunta. ¿Qué puede aportar la Cosce al debate actual de la ciencia?
Respuesta. La ciencia debe ser valorada como un factor de bienestar social y de mejora económica. Y los científicos, que son los que saben de ciencia, carecían de una voz que los agrupara para promover la investigación, aumentar la enseñanza de las ciencias o difundir el espíritu científico en la sociedad. Más que necesarios, podemos ser útiles.
P. ¿Útiles para qué?
R. Para que los planes de estudio de secundaria, por ejemplo, aumenten la presencia de las ciencias y para que los profesores dispongan de herramientas para enseñarlas de forma atractiva y contribuir así a despertar vocaciones científicas. Y en investigación, para que se incrementen los fondos de una forma clara, sin maquillajes como la compra de material militar. Finalmente, para que España se dote de una estructura flexible y eficaz, que supere los defectos actuales. Necesitamos un sistema organizado según criterios científicos, gestionado por científicos e independiente de los vaivenes políticos.
P. En febrero, bioquímicos españoles lanzaron una propuesta de pacto de Estado. ¿Es un buen punto de partida?
R. Aunque la propuesta de pacto fue lanzada por los bioquímicos, en ningún caso debe interpretarse como una fórmula para favorecer sólo la investigación biomédica. El país necesita inversiones en todas las áreas, incluso en aquellas aparentemente alejadas de lo que hoy es más llamativo o estratégico. La ciencia es cada vez más multidisciplinar y las aplicaciones requieren aproximaciones complementarias. No podemos renunciar a esos conocimientos. El Pacto se hace eco de esta necesidad.
P. La discusión se centra por ahora en qué ministerio va a gestionar la ciencia.
R. Confiamos en que el Partido Socialista vaya a cumplir sus promesas, aunque no negaré que hay una cierta inquietud. Una vez más, parece que son los criterios políticos, y no los científicos, los que se están considerando para organizar y gestionar la ciencia. El Gobierno debería dejarse aconsejar por gente que entienda de ciencia, que no sea ajena al sistema. Sería un grave error que el Gobierno no nos consultara ahora que se plantea una estructura que dé respuesta a las necesidades del país y a su proyecto de futuro económico y social. No podemos equivocarnos de nuevo.
P. ¿Sería conveniente organizar una mesa de debate para repensar la estructura científica, tal y como reclama la propuesta de pacto de Estado?
R. Podría ser una solución. Ahora es el momento de definir qué tipo de estructura es la más conveniente. Y si se quiere que trascienda a los intereses partidistas, está claro que deberían participar los agentes económicos y sociales, además de los gobiernos autónomos y central y, por supuesto, la comunidad científica. A los abogados del Estado les corresponderá decir si la estructura que se proponga es la adecuada y sugerir los cambios legales oportunos.
P. Europa está inmersa en un proceso de redefinición de sus estructuras científicas. ¿Puede beneficiar este debate a España?
R. En Europa se habla de inversiones multimillonarias y de replantear la investigación básica en todas las áreas, incluidas las ciencias sociales y las humanidades. También parece consolidarse la idea de configurar un gran consejo de investigación [European Research Council], una estructura liderada por científicos pensada para gestionar fondos para la ciencia básica a partir de un sistema riguroso de evaluación. Asimismo, pretende impulsar proyectos interdisciplinarios y con un cierto componente de riesgo, especialmente en áreas de investigación emergentes. España debería tener en cuenta este modelo para definir su estructura y tratar de coordinarse con él. Sería una oportunidad para integrar, de una vez, el sistema español con el europeo. Eso es esencial, porque el dinero europeo sólo irá a países con capacidad de sacarle provecho.
P. El PSOE prometió incrementar un 25% las dotaciones destinadas a la ciencia, unos 500 millones de euros anuales durante cuatro años. ¿Es suficiente?
R. Cualquier inyección económica al sistema de I+D es positiva, pero con eso no basta. Hay que ver cómo se organizan esos recursos, cómo se reparten entre investigación, desarrollo e innovación. Destinarlos mayoritariamente a innovación podría interpretarse como una estafa al sistema. Lo que el país necesita, además de dinero para la ciencia, es organización, gestión y leyes.
P. Para lo que reclama sería necesario un cambio de mentalidad de los políticos. ¿Qué le hace pensar que va a ser posible?
R. La ciencia es la base del conocimiento. Son los propios políticos europeos los que lo aseguran. En la cumbre de Lisboa de 2000, los jefes de Estado y de Gobierno plantearon que Europa debe construir una economía basada en el conocimiento para no perder nuestra posición de privilegio, nuestra competitividad y bienestar. Y en la cumbre de Barcelona de 2002, fueron los mismos líderes los que fijaron para 2010 la necesidad de invertir el 3% del PIB en I+D. Se trata de que cumplan su palabra. Los científicos estamos preparados para este reto.
P. También sería deseable lograr la complicidad de los empresarios. ¿Cree que van a invertir en España?
R. Los países que han apostado por la ciencia, la tecnología y la educación han avanzado muchísimo. Ahí están los casos de Singapur y Corea, con niveles de bienestar impensables hace 25 años. Entendieron que la gran fuerza de la economía del siglo XXI no son las manos, sino el cerebro. Finlandia, en 1992, pasaba por una grave crisis económica con un desempleo cercano al 20%. Actualmente destina el 4% de su PIB a la I+D y su nivel de vida ha dado un vuelco espectacular. Irlanda está siguiendo idéntico camino. España podría ser el siguiente en la lista.
P. ¿Está preparada para ello?
R. Lo está. España dispone del factor humano, que es el que más cuesta conseguir. Hay una amplia generación de investigadores bien formados que esperan una oportunidad. Construir estructuras de investigación o laboratorios es muchísimo más fácil.
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