82 familias afectadas acudieron a la oficina de atención a las víctimas
"Nos pilló con lo puesto". John Cárdenas señala a su chándal mientras su mujer, Sandra Moreno, sostiene en brazos a su hija. John y Sandra, colombianos, han perdido su casa por la explosión. La pareja, que acudió ayer a la oficina de atención de las víctimas del Ayuntamiento de Leganés,
no pudo coger ni el móvil, ni un abrigo, ni la comida para la niña. "Asustado no es la palabra, más bien estoy cabreado", señala Cárdenas, antes de irse a comprar lo imprescindible.
Félix Mualondo, empresario de Guinea Ecuatorial, también lo ha perdido todo. Cuando se le pregunta qué es lo que más echa de menos no se lo piensa dos veces: "la estabilidad". "Bueno, y mi colección de figuras de ébano y marfil que traje de Guinea", añade. Mualondo viste un traje y corbata. "Lo ha pagado el ayuntamiento", explica.
El sábado por la tarde, Mualondo estaba tumbado en el sofá de su casa. "Parece que están tirando petardos en la piscina", le comentó su mujer al oir ruidos. Los petardos eran tiros y a los cinco minutos Mualondo, su mujer y sus dos hijas tuvieron que salir a toda prisa. Él apenas puede contar cómo ha quedado su casa: "El suelo destrozado, el salón destrozado, la habitación...". Otra pareja se acerca a la oficina vestidos en chándal que les viene grande. "No pudimos coger ni el cepillo de dientes", acierta a decir ella entre lágrimas.
La oficina, que funciona desde hace dos años para víctimas de cualquier tipo de violencia, atendió ayer a 82 personas. Las 15 familias con los pisos más afectados están realojadas en un hotel, explica Raúl Calle, primer teniente de alcalde. Después irán a vivir a unos pisos cuyo alquiler será pagado por el ayuntamiento. Estos gastos serán después sufragados por el Ministerio del Interior. Los técnicos municipales aún no han podido comprobar si el edificio afectado va a tener que ser derribado.
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