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La brasileña Adriana Calcanhotto, premio Latino Revelación, aúna experimentación y sencillez

Adriana Calcanhotto ha impuesto en Brasil su singular forma de cantar y unas composiciones minimalistas, con referencias a las artes plásticas, el cine o la literatura, y versos de poetas como Antonio Cícero o Waly Salomão. Se confiesa atraída por la ideología del punki y John Cage, adora a Joan Brossa, y lo mismo versionea a Madonna -Music- que a Manu Chao -Clandestino-. El 15 de abril, en la VIII Edición de los Premios de la Música, va a recibir en Madrid el Premio Latino Revelación.

"Quedamos todos horrorizados por los atentados de Madrid y hemos asistido maravillados a esa capacidad de respuesta de los ciudadanos y de cómo reaccionaron en las elecciones. Un toque de atención para el mundo entero", dice por teléfono desde Río de Janeiro. La noticia del premio de la Academia de las Artes y las Ciencias la ha sorprendido: "Es una sensación extraña porque nunca he podido actuar en España, pero me produce una gran alegría y espero que facilite el que pueda dar conciertos ahí".

Se declara admiradora de Joan Brossa. "Sus poemas visuales me parecen excepcionales", asegura. "Cuando yo empecé a comprar discos, escogía los de artistas que daban valor a la palabra. Escuchaba aquellos discos en directo de María Bethânia en los que decía textos de Clarice Lispector y Fernando Pessoa". Adriana Calcanhotto (Porto Alegre, 1965) cita a Tàpies, Klee y Matisse, y tiene canciones inspiradas en Lygia Clark o Gertrude Stein. "No corro el riesgo de convertirme en una cantante para intelectuales porque mis canciones suenan en la radio y en las telenovelas". En 1992, en su canción Esquadros, ya mencionaba a Pedro Almodóvar. "Decía que me parece un director genial, con un lado muy pop, un lenguaje propio maravilloso. Y, además, pienso que se trata de un colorista espectacular. En esa época él no era tan conocido en Brasil como ahora y muchas personas me preguntaban '¿qué es un Almodóvar?", recuerda riendo.

Al principio, en sus actuaciones, cantaba desde Namoradinha de um amigo meu o Caminhoneiro, de Roberto Carlos, hasta Maldita cocaína, clásico portugués de los años veinte. Le daba miedo mostrar sus propias composiciones. "Porque no se parecen demasiado a las que ya circulan, aunque uno pueda reconocer en ellas algunas influencias y hasta alguna cita. De ahí que sintiera vergüenza. Eso ha cambiado en parte porque ya llevo años de psicoanálisis", dice riendo. "Ignoro la armonía. Me identifico con John Cage. Y me ha influenciado enormemente el punki. Esa idea fantástica de 'no sé hacer música, pero la hago".

Para su último disco, Cantada (2002), Adriana Calcanhotto contó con el nieto de Antonio Carlos Jobim y el trío que integran Moreno -hijo mayor de Caetano Veloso-, Domênico y Kassin. "Ellos tres son mis ídolos junto a los Rolling Stones. Aprendí mucho con ellos. Y nos invitamos mutuamente a los conciertos", afirma.

Se ha editado recientemente en Brasil el libro-disco O poeta aprendiz, que contiene la lectura del poema homónimo por parte de su autor, Vinicius de Moraes, y en el que ella canta la canción que adaptó el propio poeta con Toquinho. "Que los niños descubran a Vinicius es una gran ventana para la libertad", explica. Las ilustraciones también son suyas. "Fue muy placentero dibujar en los hoteles durante las giras. Pintaba en la habitación después de los conciertos", dice. Un material inteligente y sensible para los más pequeños: "Increíblemente, parece que nadie esté interesado en formar una generación de oyentes educados".

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