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"Nunca supimos que estábamos tocando veneno con las manos"

Artemio G., de 56 años, y Manuel G., de 52, son dos de los empleados de Emisa que se hallan enfermos debido a los muchos años de exposición al níquel y al cadmio. Artemio está de baja por enfermedad profesional, que le ha reconocido Trabajo. Duda que alguna vez su cuerpo pueda quedar limpio. "Es una sustancia cancerígena cien por cien", dice, "y tarda en elimininarse, si es que llega a eliminarse, más de 30 años". "En los años ochenta me hicieron la primera analítica y dio que tenía 20 microgramos de cadmio por litro de sangre, cuando el máximo es dos en sangre y tres en orina".

Artemio comenzó a sentir "fatiga y cansancio" hace dos años. "Fui al cardiólogo y me dijo que mis problemas derivaban del cadmio". Conoce bien "el color morado del cadmio", puesto que fue uno de los encargados. "Cogíamos el polvo del cadmio con la mano sin que nadie nos avisase de su toxicidad; los barríamos con la escoba y toda la empresa se llenaba de polvo", recuerda.

Manuel G., otro de los trabajadores, cuenta: "Me siento decaído y confuso después de 32 años en la empresa". También está de baja y tiene dos hijos. "Nadie nos dijo lo peligroso que era aquello. Ahora ya lo sabemos: era veneno".

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