Réquiem solidario
La orquesta y el coro Vía Magna, nacidos del festival musical del mismo nombre, rinden homenaje a las víctimas del 11-M
Primero fueron las voces. De esa idea se partió y con esa filosofía se sigue: construir música a partir de un selecto ramillete de gargantas jóvenes. Después llegó todo lo demás; violines, oboes, chelos, timbales... Como en el soneto quevediano de la nariz superlativa, Vía Magna podría definirse como una orquesta a un coro pegada.
Bajo esta inusual premisa, Vía Magna se enfrenta al reto que supone la supervivencia para un grupo que apuesta por la música coral y que el próximo sábado 3 de abril interpretará una de las cimas del arte de todos los tiempos: el Réquiem alemán, del alemán Brahms.
La batuta está en manos del director argentino Óscar Gershensohn desde el nacimiento de Vía Magna como grupo estable en diciembre de 1999. A sus órdenes, un coro compuesto por 65 personas y una orquesta con otros 40 miembros. A todos les une la pasión por la música, que practican de forma desinteresada arañando horas a su tiempo libre.
El director de la compañía protesta por la falta de apoyo institucional
La media de edad de los cantantes es de 30 años, y la de los músicos, de 20
Gershensohn explica que el proyecto intenta cumplir una doble misión: formativa y artística. La edad de los componentes del coro de Vía Magna se sitúa en torno a los 30 años, mientras que en el caso de los músicos de la orquesta apenas rebasa la veintena. El grupo pretende ofrecer un producto de calidad en sus conciertos y, a la vez, permitir que jóvenes valores hagan sus primeras armas ante el público. Como puntualiza su director, "no hacemos cosas de brocha gorda. Intentamos mantener un nivel alto en las actuaciones porque se trata de un proyecto serio y profundo".
Desde su primera actuación, Vía Magna ha conseguido atraer una atención poco común para un conjunto aficionado de música. Desde el monográfico dedicado a Mendelssohn el 30 de diciembre de 1999, que fue retransmitido por TVE en el programa Los conciertos de la 2, gran parte de sus representaciones han sido retransmitidas por televisión.
Con unos mimbres aparentemente tan bien entrelazados resulta complicado imaginar las dificultades de Vía Magna para encontrar un patrocinador. Gershensohn protesta por la "falta de apoyo institucional" que sufre el grupo. Tan sólo en fechas navideñas, cuando se celebra el Festival de Música Vía Magna -que es el germen del grupo-, Caja Madrid aporta una ayuda económica al coro y orquesta.
A la espera del ansiado mecenas, el grupo intenta subsistir gracias al dinero que recaudan en las taquillas de sus conciertos y al canon mensual que pagan sus componentes. Con este dinero, Vía Magna puede permitirse "lujos" tales como traer al concertino (primer violinista de una orquesta, encargado de los solos) francés Bernard Bessone, especialista en la relación de la música con el texto.
Sin embargo, la continuidad del grupo no está asegurada, ni mucho menos. "Resulta muy complejo arreglárselas con tan pocos recursos. Tenemos que encontrar una fuente regular de ingresos", dice Gershensohn. Los músicos de la orquesta cobraban una pequeña dieta que ha tenido que ser suprimida por las complicaciones presupuestarias.
El coro de Vía Magna ensaya un día a la semana, aunque conforme se acercan los conciertos, este trabajo se intensifica. Existe un núcleo de voces que son profesores de música o se dedican a cantar profesionalmente, a las que se suman las jóvenes gargantas que quieran colaborar. El director enfatiza que se trata de un proyecto abierto a todo aquel que pueda y quiera unirse. La orquesta, por su parte, organiza los fines de semana previos a los conciertos encuentros intensivos para pulir las interpretaciones.
La senda que recorre Vía Magna, la música sinfónico-coral, aún está por explorar. Pero no lo está tanto la pieza que interpretarán el próximo sábado 3 de abril en el teatro Monumental de Madrid (Atocha, 65) a las 20.00 por unos precios de 10 y 13 euros. De nuevo, la representación será grabada para La 2 de Televisión Española. El Réquiem alemán, de Brahms, está considerado por muchos como una de las piezas más sublimes escritas jamás para ser cantadas. Aunque es más conocido por sus sinfonías, Brahms (Hamburgo, 1833-Viena, 1897) logró su mejor obra vocal con el Réquiem, donde combina coros grandilocuentes, solos emotivos y un perfecto acoplamiento con los instrumentos orquestales.
Más alejado de estos registros está uno de los proyectos futuros de Vía Magna: un recorrido por las cuatro estaciones en la música. La intención de Gershensohn es mezclar las estaciones de Vivaldi, Haydn y del compositor argentino de tangos y música tradicional argentina Ástor Piazzola. Las estaciones porteñas es el nombre del tema de Piazzola que Vía Magna se propone interpretar junto a la Ensamble Nuevo Tango.
Se trata, simplemente, de un proyecto más de los que tiene este grupo en la cabeza. Pero será muy complicado poderlos llevar a cabo sin un apoyo económico suficiente.
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