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Reportaje:MUSULMANES EN EUROPA

Todos a favor del velo, menos la Liga

Enric González

Fátima Mouayche, de 40 años, natural de Casablanca (Marruecos), ha sido esta semana el rostro del islam en Italia. Y el símbolo de los esfuerzos del ministro del Interior, Giuseppe Pisanu, por integrar en el país a la comunidad musulmana, que supera el millón de personas sobre un total de 57. La aventura de Mouayche, despedida de una guardería infantil piamontesa con el argumento de que el pañuelo que llevaba en la cabeza "asustaba a los niños", abrió un nuevo episodio del interminable debate sobre integración o asimilación, sobre tolerancia o intransigencia, con el riesgo de terrorismo siempre como fondo.

Pisanu, empeñado en crear un islam italiano sobre la base de la ciudadanía, reaccionó de inmediato al despido de Mouayche. "El velo islámico, llevado dignamente y sin ostentaciones, es sólo el símbolo inocuo de una identidad cultural y religiosa que hay que respetar", declaró el ministro. "Espero", añadió, "que los responsables de la guardería se den cuenta del error y lo corrijan". La asociación de padres de la guardería de Samone, una localidad próxima a Turín, la zona donde los musulmanes son más numerosos y activos, se negó a reconsiderar su decisión. Pero el Ayuntamiento de Ivrea, un pueblo vecino, ofreció empleo a Fátima Mouayche en la guardería municipal y mañana lunes empezará a trabajar, con un contrato de prácticas. Mouayche, divorciada, tres hijos, ex empleada de la limpieza en un hospital y ex obrera en una fábrica de componentes automovilísticos, se ofreció a descubrirse el cabello en clase; el Ayuntamiento de Ivrea no lo consideró necesario.

La política de Berlusconi tiene dos caras: máxima tolerancia con los musulmanes y 'tolerancia cero' con los sospechosos de simpatizar con grupos terroristas
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Todas las fuerzas políticas se pusieron del lado de Fátima Mouayche, excepto una, la Liga Norte, con cuatro ministros en el Gobierno de Silvio Berlusconi. El movimiento federalista-independentista de Umberto Bossi es el único abiertamente xenófobo en Italia y utiliza como argumento electoral el rechazo a los musulmanes, especialmente agudo en el norte industrial, al que acuden la mayoría de los inmigrantes. La Liga propugna la prohibición de los símbolos islámicos en los centros públicos, como se ha hecho en Francia. Y va mucho más allá: exige que se paralice la construcción de mezquitas, de las que en Italia existen 214 reconocidas oficialmente (98 en la Padania, que la Liga considera su país), y que antes de autorizar una nueva mezquita sea consultada, en referéndum, toda la población de la localidad afectada.

Federico Bricolo, vicepresidente del grupo de la Liga en la Cámara de Diputados, asegura que "el islam asesino encuentra terreno fértil en las mezquitas italianas: acabemos con la hipocresía del islam moderado, que según algunos es la mayoría: ¿alguna vez alguno de esos musulmanes supuestamente moderados ha denunciado a un imam por predicar la guerra contra Occidente?". Es cierto que algunas mezquitas, como la de la calle de Jenner, en Milán, han albergado núcleos relacionados con Al Qaeda.

Y, sin embargo, el retrato-robot del musulmán en Italia dice que nació en Marruecos, que tiene un nivel de estudios medio y que se muestra frío respecto a la religión. Sólo un 5% de la comunidad islámica acude regularmente a la mezquita, según estimaciones del Ministerio del Interior. Con la salvedad de la Liga, la política del Gobierno de Berlusconi, inspirada por Pisanu, tiene dos vertientes: máxima tolerancia con el conjunto de los musulmanes, y "tolerancia cero" con los sospechosos de simpatizar con movimientos terroristas. En caso de sospecha sin pruebas sólidas, se detiene a la persona en cuestión y se la expulsa del país por vía administrativa, de acuerdo con una orden ejecutiva aprobada por el anterior Gobierno de centro-izquierda.

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