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Reportaje:

Stella espera su juicio

Una rusa sospechosa de matar a su marido aguarda su proceso en Marbella desde 1998

El caso de Stella Frumson es una novela negra a lo marbellí aliñada con el retraso del sistema judicial español. Stella, nacida en Rusia hace 40 años, largo pelo negro y ojos afilados, está acusada, aunque no formalmente, del asesinato de su marido, Roman Frumson. Roman era uno de los capos de la mafia rusa en la Costa del Sol, según la policía. Apareció muerto un día de febrero de 1998. Tenía dos tiros en la cabeza y estaba tumbado en su cama.

Su esposa, guapa, aficionada al dinero y con miedo a perderlo todo en un próximo divorcio, fue desde el principio la principal sospechosa para la policía. Tanto, que ese cuerpo y el fiscal están convencidos de que Stella ordenó el asesinato, pero las pruebas son sólo circunstanciales.

El abogado de Stella ha presentado una queja ante el Poder Judicial por el retraso

Hasta aquí la novela negra, con sus dineros, sus tiros, sus amantes, su lujo y su muerte. El único ingrediente que falla es que Stella no es rubia platino, sino morena azabache. Ahora entra el retraso del sistema judicial. Más de seis años después del asesinato, Stella está a la espera de juicio. El fiscal prepara desde octubre de 2003 el escrito de calificación. La acusada asegura con vehemencia que es inocente y pide que se celebre el juicio cuanto antes.

A la espera de la sentencia, ha estado sin pasaporte y no puede disfrutar de todo el dinero, blanco y negro, que legó su marido. Su abogado, el prestigioso Javier Saavedra, ha presentado una queja ante el Consejo General del Poder Judicial por dilación indebida del proceso y asegura que la indefensión de Stella sólo puede ocurrir en un sitio como Marbella. Tampoco hay muchos lugares en España en los que los magnates rusos amanezcan muertos en su casa.

Stella Frumson llegó a Marbella a principios de los años noventa. De Rusia se trajo unas piernas tan largas como un día sin tabaco y muchas ganas de casarse con Roman Frumson, con el que acababa de tener un hijo. En 1994 se casaron en una ceremonia por todo lo alto. Sus dos rottweiller escoltaron a la feliz pareja en su chalé, valorado en más de seis millones de euros. Un asistente asegura que los botones del traje de Roman tenían tantas joyas que había que ponerse gafas de sol para acercarse a un metro y no quedarse ciego.

Para Stella y Roman el dinero nunca fue un problema. Roman tenía "negocios ilegales", según fuentes de la fiscalía, pero también inversiones lícitas, como un Planet Hollywood en Suiza. Tenía un chalé en Marbella y otro en Puerto Banús. Stella conducía un Porsche 911 y disponía de 12.000 euros al mes para sus gastos. Según la policía tenía dos amantes. Ella dice que sólo tenía uno y que su marido se dedicaba "a sus negocios".

Pero la vida no es fácil para la esposa de un supuesto mafioso. Según el sumario del caso, Roman maltrataba a Stella y estaba a punto de separarse de ella. La fiscalía cree que ella urdió el plan para acabar con Roman. En la trama, siempre según la acusación, estaban sus dos amantes, Boris Sokolov y Boris Abramson, también rusos. Los tres han pasado un tiempo en prisión y los tres están ahora en la calle a la espera de juicio. Stella estuvo 10 meses en la cárcel.

"La policía no tenía nada contra mí, pero decidieron desde el primer momento que había sido yo", relata Stella en el lujoso bufete de su abogado. Ella asegura que no había ningún inicio de separación y que no tenía ningún motivo para separarse.

La prueba de su inocencia, dice, es que se ha quedado sin nada, que ha estado cinco años sin pasaporte y sin papeles y que su vida ha sido un calvario. ¿Cómo puede vivir si no trabaja y no tiene dinero? Asegura que ha vendido algunas joyas que le quedaban y que con eso ha salido adelante. "Subastaron el chalé por siete millones de dólares y yo no los vi. Mi marido tenía propiedades y dinero fuera de España del que no he sabido nada y que no puedo tocar. ¿Para qué iba yo a matarle?", señala mientras sus ojos se enrojecen levemente tras sus pequeñas gafas. Viste de negro. Con clase y sin excesos.

Saavedra tercia: "¿Cómo puede alguien acusado de asesinato estar cinco años en la calle? Si hay pruebas contra ella y sus supuestos cómplices tienen que estar todos en la cárcel. Y si no las hay, que la absuelvan. Esto sólo pasa en Marbella. Y no pedimos nada. Sólo que se celebre el juicio".

Fuentes de la Fiscalía reconocen el retraso pero alegan que es un caso muy complicado. "Con las pruebas que hay es difícil realizar una acusación. Hay que medirlo todo para que no se caiga todo en el juicio", afirman las mismas fuentes. La calificación del fiscal, aseguran, estará lista en un plazo máximo de dos semanas.

Stella Frumson, antes Stella Smenov, apunta que la lista de enemigos de su marido era demasiado larga como para que ella fuera la principal sospechosa. "Mi marido conocía a mucha gente buena. Y también a mucha gente mala. No sé quién pudo hacerlo, pero sí alguien que le conocía", afirma. En el sumario, según Stella, figuran las conversaciones que Interpol interceptó a Roman, al que investigaba desde hacía años.

Quedan muchos capítulos por escribir de la novela de Stella. Tanto si es declarada culpable como si la absuelven. Ella cree que será lo segundo, pero sobre todo espera pasar la página de la impotencia por la falta de un juicio, de una acusación formal y de un limbo jurídico angustioso. "Nadie me podrá devolver los años sin papeles y sin un juicio para demostrar mi inocencia", clama. Detrás de ella, un enjambre de grúas demuestra que el lugar en el que transcurre esta historia no podría ser otro que la Costa del Sol. Bienvenidos a Marbella.

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