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Entrevista:Giovanni Antonini | MÚSICA

"Intento que la música barroca sea expresiva como el blues o el jazz"

Llas flores del jardín musical de Giovanni Antonini y los integrantes del grupo Il Giardino Armonico, que este flautista encabeza desde 1989, esparcen su semilla por toda Europa. El italiano, de 38 años, cultiva y difunde el género barroco redescubierto por Nikolaus Harnoncourt (Berlín, 1929) durante las segunda mitad del siglo XX. Antonini representa a una segunda generación de descubridores del pasado musical europeo que lleva la música antigua a los escenarios más privilegiados de la música clásica en todo el mundo.

Algunos la llaman corriente auténtica. Antonini rechaza este término creado en el mundo anglosajón al igual que lo hizo Harnoncourt, combatido durante décadas por una corriente encabezada por Karajan. El martes, Il Giardino Armonico, con Antonini, y la violinista Viktoria Mullova interpretará obras de Händel, Samartini y Vivaldi en el Palau de la Música de Barcelona.

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La ligereza es el término favorito de Antonini cuando describe la música barroca. Hace 20 años regía la idea contraria. La música barroca era "aburrida" y "oscura", porque muchos intérpretes, según la joven estrella de la música antigua, "no utilizaban el vibrato" y "era una secta". La corriente auténtica supone una sola manera de interpretar la música, cosa que, según el flautista y director, "no es posible". "Existe una verdad histórica a la que nos podemos aproximar", sostiene, "pero no podemos tocar la música de la misma manera como se hizo cuando fue creada. Para aproximarse a una verdad histórica musical hay que leer documentos y uno imagina cómo puede haber sido". Cuando Antonini interpreta, la ligereza de la que habla se manifiesta en sus movimientos. Parece que fuera a levantar vuelo y el auditorio con él, así fue como se percibió los pasados 29, 30 y 31 de enero en la capital alemana en su estreno como director y solista de la Filarmónica de Berlín.

Il Giardino Armonico mezcla

partituras conocidas de Händel y Vivaldi, y también de Bach, Bocherini y Haydn, con obras y compositores desconocidos. Antonini ha contribuido al apogeo de la música barroca y a un cambio de concepto. La teoría de Harnoncourt sobre el "discurso musical", sus ideas acerca de la "expresión dramática", las lecciones de uno de los pioneros sobre cómo se debe interpretar la música barroca han marcado profundamente el desarrollo de este italiano nacido en Milán. Y ello se vuelve evidente cuando Antonini dice que quiere que la música barroca sea "expresiva como el blues o el jazz". Parece extraño que un músico diga esto durante sus ensayos con una orquesta que es famosa por su sonido pulido y puro mientras que el jazz "no tiene filtro". Es precisamente su capacidad de comunicación directa, que él identifica como propia de la música barroca. Con el jazz la une, además del importante elemento de la improvisación, la intimidad. "La música era en la época barroca un acontecimiento social", destaca.

Este músico convence al público con frescura y ligereza de sonido, con matices de colores y escalas de sonido que son todo un descubrimiento. Los críticos alemanes le atribuyeron a su interpretación de la música de Vivaldi con la Filarmónica de Berlín "perfección vital, que calla a cualquier pájaro". Al igual que en el jazz, su concepto de la música barroca se basa en la articulación. "Cuando hablo pronuncio diferentes tipos de consonantes y vocales. Sucede lo mismo con la música antigua. En primer lugar, intento hablar con el instrumento. La comunicación pasa por otros elementos musicales distintos a los de la época romántica. En el barroco es como si escucharas hablar a una persona que tiene una muy buena pronunciación, que acentúa como un buen orador, que no alza la voz", explica.

Tras el concierto del próximo martes en Barcelona, Antonini volverá a España en agosto, al Festival de Torroella de Montgrí, donde ofrecerá tres conciertos, uno de ellos con la soprano española Nuria Rial como solista, e impartirá una master class.

Antonini le da tanta importancia a la articulación porque "dependiendo de cómo articules se comunican los afectos", dice. El director y flautista no cree que la belleza del sonido, que es un objetivo de las orquestas tradicionales y marca la formación de los músicos aún en el presente, sea un concepto adecuado para interpretar la música barroca: "Belleza no quiere decir automáticamente expresión. Si decido expresar una cosa también necesito de un sonido bruto, sucio".

Hasta que Harnoncourt fundó a su Concertus Musicos Wien en 1957 y comenzó su lucha contra los molinos bajo la batuta de Karajan, poco se sabía sobre cómo interpretar, por ejemplo, a Monteverdi, música que Antonini define como "sencilla y directa". Al correr del tiempo se descubrió que las partituras antiguas no se debían leer igual que las de un músico del romántico tardío como Gustav Mahler, porque no estaban escritas como "partes de una macroestructura", sino como voces individuales. La importancia que tiene el concepto de humanidad para Antonini se trasluce cuando dice que a partir del trabajo con una cantante como Cecilia Bartoli él aprende mucho sobre cómo traducir los estados de ánimo en un sonido instrumental. Está convencido de que "a diferencia de la música de los siglos XIX y XX, música sin retórica, la música del Orfeo de Monteverdi sí contiene una retórica poética, pero no contiene un mensaje pesado como la música de Wagner".

Giovanni Antonini, en un ensayo con la Filarmónica de Berlín.
Giovanni Antonini, en un ensayo con la Filarmónica de Berlín.

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