Sin autocrítica

Desde luego, las reacciones del Partido Popular después de las elecciones y de las manifestaciones del sábado a la noche son, por lo menos, un desenmascaramiento de intenciones. Es un partido que ha mantenido atados, y bien atados, la mayoría de los medios de comunicación audiovisuales y que mediante la prensa escrita ha intentado difundir, por encima de otras, una de las versiones de las noticias, la que más interesaba al PP.

A los hechos me remito: la huelga general, las manifestaciones antiglobalización, el trasvase del Ebro, las manifestaciones por la paz, el caso Prestige, el caso Carod, el ataque al tripartito catalán... En fin, parece que el Gobierno quiera, por todos los medios, cortar la baraja y repartir el juego a su gusto. Que se ayudará de todos los medios para llegar hasta su objetivo. Nunca antes un Gobierno había usado esta estrategia con tanta osadía, buscando un pensamiento único, a la postre, que divide a los españoles, provocando las consiguientes fricciones nacionales. Pero lo más grave es esta abnegación por pensar sólo mediante sus parámetros.

Como ellos quieren manipular la opinión pública y en el lugar de la oposición, ellos, la hubieran condicionado, sólo se les puede ocurrir que hay intereses detrás de las manifestaciones del sábado y, por consiguiente, detrás de los resultados en las urnas del domingo. Una mala excusa para evitar enfrentarse a la autocrítica.