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El incierto futuro de la Liga Norte

La enfermedad de Umberto Bossi abre un interrogante sobre la reforma federal en Italia

Enric González

Umberto Bossi, fundador y jefe de la Liga Norte, ministro de Reformas, lleva dos semanas en la sala de neurorreanimación del hospital de Varese. Un infarto le interrumpió el riego sanguíneo en el cerebro y permanece desde entonces en coma inducido. Los portavoces del movimiento federalista-independentista aliado con Silvio Berlusconi sostienen que el líder se repondrá y volverá; pero, en privado, muchos son pesimistas y hablan del fin de una época. Se preguntan qué será de la Liga sin Bossi, y si la reforma federalista seguirá adelante sin él.

Bossi vivirá, según los médicos. No está claro, sin embargo, cuál será su capacidad física tras el percance. Su crisis coronaria se produjo cuando la coalición conservadora mayoritaria en el Parlamento votaba, con lentitud y a regañadientes, la reforma constitucional que debía mover Italia hacia el federalismo. Esa reforma, que sólo la Liga desea, fue el precio que Berlusconi aceptó pagar por la alianza con Bossi en 2001. Luego resultó que Forza Italia habría vencido sin necesidad de pactar con la Liga en las provincias del norte, pero Berlusconi cumplió su palabra. La semana pasada, el presidente del Gobierno fue al hospital de Varese para visitar al líder nordista: "Bossi es mi mejor amigo", afirmó.

Queda muy lejano 1994, cuando Umberto Bossi abandonó el primer Gobierno de Berlusconi y forzó su caída. Por entonces, Bossi hablaba de "Berluskaiser, el hombre de la mafia". Sólo unos días antes del infarto, Bossi aseguró que Berlusconi constituía "la última oportunidad de reformar Italia" y, como de costumbre, cargó contra las demás fuerzas políticas en el Gobierno. Sus relaciones con los ex neofascistas de Alianza Nacional y los democristianos centristas de UDC siempre fueron tormentosas. Los gritos de "Roma, ladrona" no le ayudaban a ganar amigos. AN y UDC, por otra parte, sentían tan poco afecto por la reforma federalista como la oposición de centro-izquierda.

Nadie quiere hacer especulaciones públicas sobre un futuro sin Bossi. El líder de la Padania independiente está inconsciente y su familia ha rogado silencio hasta que su situación mejore. Pero en privado sí se hacen pronósticos. "La Liga no será lo mismo sin Bossi; el movimiento ya había empezado a decaer (en 1994, aprovechando el hundimiento del sistema político, obtuvo 180 parlamentarios; en 2001 se quedó en 46) y en el futuro será, probablemente, un satélite de Forza Italia, un simple instrumento de Berlusconi en algunas provincias del norte italiano", opina un analista político cercano a la izquierda.

Un asesor gubernamental, para quien Bossi, "con todas sus barbaridades, había aportado un soplo de aire fresco a la política italiana", coincide en pronosticar la decadencia de la Liga Norte. "Es posible que en las europeas de junio los electores de la Liga se movilicen en apoyo del líder enfermo, es posible que un buen resultado consolide a Roberto Maroni, el ministro de Trabajo, como sucesor de Bossi. Pero a largo plazo", añade la misma fuente, "lo más probable es que la Liga pierda fuerza y se convierta en un satélite de Forza Italia".

Todas las personas consultadas piensan que, sin las amenazas y la presión de Bossi, la reforma institucional se aguará en el aspecto federalista y se centrará en lo que realmente quieren Silvio Berlusconi y otros dirigentes de la derecha, con la aquiescencia de parte de la oposición: el reforzamiento de los poderes del primer ministro, frente al Parlamento y frente a la Presidencia de la República.

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