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Cinco fotógrafos retratan la inusual belleza de las Salinas de Añana

La muestra reúne a Schommer, Fontcuberta, Óscar Molina, Massana y San Millán

Las 5.000 eras de sal de Salinas de Añana son un espectáculo visual que seduce a quien llega a este enclave imprescindible en la historia de Álava por las virtudes de su río Muera. Los fotógrafos Alberto Schommer, Joan Fontcuberta, Óscar Molina, Gloria Massana y César San Millán han llevado sus cámaras hasta las salinas, cautivados por la belleza de este mar de plataformas y las gentes que habitan en el pueblo. El fruto de ese trabajo es la exposición Valle salado, que se presenta en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa de Vitoria hasta el próximo 30 de abril.

Los cinco artistas recibieron el encargo de acercarse hasta Salinas de Añana en una misión que combinaba el innegable atractivo del paraje alavés con los alicientes de una investigación histórica o antropológica. La explotación de este río salado se remonta, por lo menos, al año 822, y ya está en marcha la restauración de las plataformas y la explotación turística del lugar.

Esta topografía compleja que muestra la intervención humana sobre el paisaje durante el transcurrir de los siglos ha seducido a cada fotógrafo de manera muy diferente, desde la implicación en el trabajo de recogida de la sal que ha elegido Fontcuberta hasta la seductora coreografía que han creado Gloria Massana y César San Millán.

Como es habitual en Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955), sus imágenes son el resultado de una implicación profunda con su campo de trabajo. En esta ocasión se ha "salinizado", como él mismo califica, hasta el final, hasta llegar a utilizar la muera en el proceso de revelado de la fotografía. Ha tomado imágenes del valle en su totalidad, junto a detalles minúsculos de cada era, con la voluntad de abarcar la totalidad de un valle marcado por la sal. Así se refleja en el revelado, acentuado más por el citado uso de agua salada. Y Fontcuberta resalta aún más los rastros de la muera en la vida de Salinas de Añana con el positivado de la fotografía sobre un base de papel de superficie rugosa.

Gloria Massana es una artista polifacética nacida en Barcelona y residente en Francia que ha trabajado sobre el cuerpo humano. En esta ocasión ha trabajado en colaboración con César San Millán (Vitoria, 1956), conocido fotógrafo alavés especializado en arquitectura. La colaboración entre ambos creadores ha dado lugar a una composición. Massana ha planteado una coreografía individual sobre las eras de sal. Es una misteriosa presencia que evoca la figura humana cubierta, tapada por una túnica roja, que provoca una sensación paradójica e inquietante al presentarse aislada en ese mar blanco y que César San Millán ha retratado con su habitual eficacia.

Paisaje fantasmal

Óscar Molina (Madrid, 1962) se ha acercado al paisaje de Salinas de Añana de la mano de la poesía. El pueblo se muestra en toda su cruda soledad contemporánea, bajo un cielo plomizo, casi abandonado por el paso de los años y la pérdida de valor de la sal. El fotógrafo madrileño recrea la ruina que ha ido minando las salinas en los últimos años, un abandono que ha colaborado en la creación de un paisaje fantasmal, sin vinculación con las manos humanas que lo crearon. Óscar Molina incorpora además algunos poemas que acentúan la intención lírica que es habitual en su trabajo, en el que compagina la creación con la reflexión teórica. Molina es un fotógrafo convencido de que "la imagen se hace", es decir, hay un tiempo evocado por la imagen, que constituye un corte en la continuidad temporal y la obra, en sí misma, nunca llega a ser un producto acabado, pues el receptor participa de manera activa en dotarla de significado. Suyo es el libro Para qué fotografiar, entre la intención, el azar y la resonancia.

Y, por último, el más veterano, también quien cuenta con una mayor proyección internacional y que, seguro, ha comprobado durante años la evolución del valle salado. Alberto Schommer (Vitoria, 1928) se ha acercado hasta Salinas con la misma intensidad que cuando fotografía Shanghai, Marruecos, París o Berlín.

En la exposición que se presenta en la capital alavesa, se ha centrado en la figura humana, por transmitir el lugar a través de sus habitantes, de las personas que a lo largo de su vida han convivido con el paisaje y la actividad salinera. Unas gentes que han sufrido la vida de la sal, pero que se mantienen alegres y satisfechas, con unos rostros curtidos por el sol.

Para acentuar la vinculación de estas personas con su territorio, Alberto Schommer ha superpuesto los retratos con vistas generales de las salinas, metáfora de una vida unida a un paisaje.

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