El Málaga impone la mesura
Un tanto de Salva derrota al Sevilla y a un incontrolable Darío Silva
Al fútbol también se juega con la boca. De hecho, es la modalidad de juego más popular, millones y millones de aficionados lo practican a diario, mientras que los números se reducen a miles a la hora de contar los hinchas que se calzan unas botas de tacos unas pocas veces al año. Los profesionales también usan la boca en el juego, dentro y fuera del césped, pero ellos no juegan partidos imaginarios de tasca y chiquito, tienen que refrendar con su trabajo lo que largan. Darío Silva ya sólo juega de boca.
Calentó un enfrentamiento tan extraño como son los que protagonizan Sevilla y Málaga. Unos encuentros que han venido acompañados de violencia entre las respectivas aficiones en demasiadas ocasiones. A pesar de los tristes antecedentes, Darío Silva calentó de lo lindo este partido durante toda la semana. Acusó al Málaga de deberle dinero y eligió pose de matón a la hora de hacer públicas sus ganas de ganar al que fuera su equipo hasta el pasado curso. Salió al campo como titular tras dos partidos de baja por lesión. No dio una, ni con los pies ni con la cabeza. Se ganó una tarjeta por protestar y buscó la segunda por el mismo método. Caparrós lo retiró en el descanso y, tras el partido, le definió como un "asunto interno". No se puede ser menos profesional.
SEVILLA 0 - MÁLAGA 1
Sevilla: Esteban; Daniel Alves, Javi Navarro, Pablo Alfaro, David; Redondo (Marcos Navas, min. 52), Martí, Torrado, Puerta (Gallardo, min. 70); Carlitos y Darío Silva (Antoñito, min. 46).
Málaga: Arnau; Gerardo, Josemi, Litos, Valcarce; Romero (Canabal, min. 64); Edgar, Miguel Ángel, Leko, Duda (Insúa, min.70); y Salva (Manu, min. 85).
Gol: 0-1. M. 77. Salva, de penalti.
Árbitro: Esquinas Torres. Amonestó a Gerardo, Torrado, Darío Silva, Valcarce, Antoñito y Canabal y expùlsó al utillero del Sevilla (min. 29).
Unos 35.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán. Los jugadores de ambos equipos portaron una pancarta que pedía una rivalidad sin violencia.
El Málaga tuvo el acierto de olvidarse del uruguayo y Juande Ramos planteó un partido mucho más inteligente que Caparrós. Situó a Romero de pivote defensivo y a Salva de delantero en solitario. Junto a ellos, dos líneas de cuatro hombres trabajando al unísono.
El Sevilla improvisó un 4-4-2, ante la ausencia de Baptista y Antonio López. Los malaguistas les robaron el centro del campo durante toda la primera mitad. Aun así, ni uno ni otro conjunto llegaron a tener ocasiones claras. Apenas un tiro del debutante atacante izquierdo Puertas, para el Sevilla, y un tiro indolente en el tiempo de descuento, para los visitantes.
La necesidad de quitar al incontrolable Darío Silva del plantel, le dio la oportunidad a Caparrós de meter a Antoñito. Él sí que hizo de segundo delantero, sí que jugó entre líneas y el Sevilla achuchó y achuchó, aunque sin acierto. El mismo protagonista de la aproximación fue el responsable de que ésta no culminara. Antoñito escondió tras regates innecesarios su pánico a tirar a gol. Desperdició un par de ocasiones clarísimas y dejó sin construir otras que iban por el camino adecuado.
Juande Ramos ganó de nuevo a Caparrós y con los cambios apostó por atacar . El sevillista prefirió más de lo mismo. Finalmente, Javi Navarro mancilló un partido espléndido con un penalti infantil y Salva marcó. En esa mezcla de demagogia y sentimiento que muestran los jugadores que no celebran los goles contras los clubes en los que han jugado (o jugarán, como se rumorea en Sevilla en el caso de Salva), se ganó una ovación. Probablemente, también dejó mudo a Darío Silva.
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