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Tribuna:OPINIÓN | Apuntes
Tribuna
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Formación, investigación y empresa

Para enjuiciar a la Universidad, a cualquier Universidad, y sobre todo para analizar críticamente su interconexión con el mundo empresarial, hay que considerar no sólo su fundamental misión docente de formar profesionalmente a nuestros jóvenes (y hoy cada día más también a los que ya no lo son), sino también sus otras dos misiones tan esenciales como aquella, la formación posgrado y la investigación tanto básica como aplicada.

El camino hacia la convergencia europea a la que estamos abocados obliga a que nuestros planes de estudios universitarios acorten la docencia y potencien la oferta posgrado, a la que corresponde formar los especialistas y facilitar a la sociedad la formación continuada.

Centrada así la misión de la Universidad, lo que por obvio no deja de ser conveniente recalcar, quiero simplemente esbozar aquí -en el corto espacio que se me permite- unas cuantas reflexiones sobre la interconexión de la Universidad con la empresa, referidas además a nuestra Comunidad Valenciana y expresadas a modo de epígrafes de un programa a desarrollar.

La sociedad valenciana tiene muy claro -y lo proclaman sus representantes y portavoces- que sólo puede avanzar como se merece, en el mundo globalizado en el que está integrada y en el que tiene que competir, disponiendo de unas Universidades de primer nivel, sensibles a las exigencias puntuales de su entorno socio-económico, y con visión, proyección, y preocupación por el futuro que hay que afrontar.

Eso exige de nuestra Administración pública autonómica un gran esfuerzo económico, que debe asumir como prioritario.

Las Universidades han de mejorar considerablemente su organización interna, introducir criterios de eficiencia además de los de eficacia, y conseguir un máximo rigor presupuestario, todo lo cual les es especialmente exigible entre otras cosas porque casi la totalidad de sus presupuestos se nutre de fondos públicos.

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La Universidad debe tener percepción social y sentido de su proyección empresarial, y de ello deben responder sobre todo quienes la gobiernan. Pero aun siendo el mundo empresarial motor fundamental de la prosperidad social, hay muchas otras exigencias sociales que atender. El área de las Humanidades y las Ciencias de la Salud requieren atención primordial, en campos donde además la investigación es tan fundamental. Por una lado una sociedad que no piensa, que no reflexiona sobre si misma, no avanza o no avanza adecuadamente. Y por otro el Estado del bienestar exige hoy prioritariamente, como no puede ni debe ser de otra manera, grandes avances en el área de la salud.

La empresa exige dinamismo, facilidad de adaptación. La Universidad se mueve generalmente en ritmos más lentos, principalmente en el área docente. Pero en la formación posgrado y en la continua puede y debe dar respuestas en tiempo real. Y en investigación debe incluso anticiparse. Es por tanto en estos dos campos donde la conexión con la empresa se va a desarrollar mejor, pero debe hacerlo bidireccionalmente.

He podido percibir desde mi representación institucional en el Consejo Social de la Universitat de València que las empresas valencianas han mantenido durante bastantes años desconfianza hacia sus Universidades. Y también he apreciado que sus criticas a la Universidad muy generalizadas no suelen acompañarse de su predisposición para colaborar y contribuir a mejorarla. Colaboración que exige dedicación, aportación de ideas y proyectos, y también de fondos que se rentabilizarán de forma sobrada aunque sea indirectamente. Las Universidades por su parte han mostrado en general y en los tiempos recientes buena intención de aproximación, aunque principalmente expresada por sus órganos rectores, porque también es cierto que siguen existiendo en el entorno universitario grupos menospreciadores por cierta altivez científica.

Los grandes esfuerzos económicos realizados por el Gobierno valenciano en los últimos años han conseguido que nuestras infraestructuras universitarias tengan ya un muy buen nivel. Pero falta y urge solucionar los graves problemas que plantea la financiación ordinaria.

Los Consejos Sociales, consolidadas sus competencias y reforzada la representación en ellos de los llamados intereses sociales, están ya en disposición de cumplir con la misión que les corresponde. Sobre todo la de servir de interface entre las Universidades, la Administración pública, y la sociedad. Detectando exigencias, promoviendo entendimiento, facilitando vías de interconexión. Coadyuvando a que las universidades funcionen internamente, -tanto administrativa como contablemente- con criterios del máximo rigor, si se me permite con "rigor empresarial". La relación de los consejos sociales con los demás órganos universitarios debe ser confiada, natural, interactiva, con sensación de ayuda recíproca. Y en la situación actual los consejos sociales tienen el desafío inexcusable de dar a conocer a las empresas valencianas qué es lo que sus universidades les ofrecen ya y qué les pueden ofrecer a su requerimiento. Pero las universidades no nos pueden fallar. Han de dar adecuada respuesta. Y sobre todo han de descartar cualquier reticencia o prevención apriorística sobre el papel y el comportamiento de los nuevos consejos sociales.

En la aceptación, reconocimiento y valoración de nuestras empresas valencianas hacia sus universidades, tienen un papel preponderante que cumplir las organizaciones empresariales valencianas, las federaciones y las asociaciones. En un entramado tan microempresarial como el nuestro, la formación y la investigación dirigida a nuestras empresas o demandada por éstas se concibe mejor sectorialmente. Son pocas las empresas que por su tamaño pueden promover investigación universitaria propia.

Y para terminar una idea más. Es necesario que entre todos busquemos la fórmula o las vías para que nuestras empresas vean útil y rentable apoyar económicamente la formación y la investigación universitaria. Porque siempre recibirán de la Universidad mucho más de lo que le entregarán. Las universidades ponen a disposición de las empresas sus infraestructuras y su gran capital humano sin cobrar por ello. Sólo hay que costear la especialidad del proyecto de que se trate. No conozco ni un solo caso de frustración en las relaciones bilaterales entre empresas o sectores empresariales concretos y las universidades valencianas. Yo soy actualmente optimista, porque las actitudes han cambiado muy favorablemente.

Carlos Pascual es presidente del Consejo Social de la Universitat de València.

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