El hombre que iba a tener un monumento
Poco antes de que el PP iniciara la campaña que culminó en derrota, uno de sus portavoces, Rafael Hernando, dijo que lo que este país debía hacer, en lugar de criticarlo, era dedicarle un monumento a Alfredo Urdaci, hasta ahora director de Informativos de TVE. Después expresó la misma convicción el vicepresidente del Gobierno, Javier Arenas. En ambos casos, esa convicción provenía de una comparativa muy habitual en el análisis español de los últimos tiempos: las otras televisiones públicas (las que no son del PP, por así decirlo) manipulan aún más que lo que se ha dicho que manipula TVE...
La percepción de la gente debe ser distinta; obviamente, aquella defensa de Urdaci (en la que también intervino el candidato popular, Mariano Rajoy) responde a los ataques que en los últimos cuatro años se han lanzado contra el más controvertido de los directivos de TVE desde la transición, pero jamás había sido blanco de tantas miradas (e invectivas) como en el curso del último tramo de la última y muy agitada campaña. Hasta el punto de que los móviles y los correos se han llenado de calificativos que constituyen todo menos ese monumento para el que lo proponían los líderes del PP... La lista de los empleos (y los desempleos) que han circulado en esos medios como propios de un Urdaci alejado de su importante puesto en TVE llenaría por completo esta sección.
¿Y qué ha pasado para que este periodista de 45 años, que se formó en Pamplona, en la órbita del Opus Dei, que fue izquierdista, e incluso melenudo, haya desatado aquellos amores del PP y estos odios de los que le consideran un icono del poder que acaba de terminar? Hay multitud de elementos que contradicen la neutralidad con la que trabajó en sus tiempos de responsable de programas informativos en Radio Nacional (en tiempos de los socialistas). Cuando se produjo el accidente del Prestige y las consecuentes manifestaciones organizadas por Nunca Mais, se puso ante el micrófono (el 14 de enero de 2003, exactamente) para dar pábulo a la noticia de que una entidad de muy cuestionado prestigio, Manos Limpias, había presentado una querella contra la contestataria organización gallega...; y para él nunca fue noticia el archivo de la querella. El Prestige simbolizó el principio de lo que ahora se ha convertido en clamor. Urdaci se trasladó a la Costa da Morte, para presentar el Telediario en vivo, y tuvo que refugiarse en un acorazado ante la protesta de los que repudiaban su modo de contar la historia... Y qué decir del revuelo que causó su modo de decir -a la carrera- que la Audiencia lo condenaba por manipular los datos de la huelga general... Es su imagen más conocida, y la peor.
¿Siempre tuvo esa actitud? Mientras ha sido director de Informativos y presentador del Telediario más importante de la Casa, que introdujo durante algún tiempo al lado de Letizia Ortiz, ahora prometida del príncipe Felipe, desde luego la mantuvo. Pero los que lo conocieron cuando trabajó en Radio Nacional (de redactor, de corresponsal en Roma, de director de España a las 6 y de España a las 8) lo recuerdan como trabajador constante y concienzudo, y como un hombre culto, buen lector y de buena escritura... Cuando tocó el poder en TVE, adonde fue como subdirector de Informativos con Javier González Ferrari, debió sentir el atractivo del modo de gobernar del PP, pues en algún momento se congratuló entre los suyos de "lo a gusto que se trabaja con mayoría absoluta"... Y tuvo que percibir tan asegurada esa nueva mayoría que hace unas semanas dijo a sus allegados: "A mí no me preocupa la cobertura de las elecciones; me preocupa la cobertura de la boda [de doña Letizia y don Felipe]".
Es un hombre hermético. Silencioso e impenetrable. El día en que leyó de carrerilla aquella notificación judicial la oposición lo convirtió en imagen de la manipulación en la televisión estatal. Tanto fue así que el líder de la oposición ("seré mejor contigo que lo que tú has sido conmigo", le dijo Zapatero en la última campaña, cuando se encontraron en los estudios de TVE) dijo, cuando reiteró su deseo de tener un debate televisado con Rajoy: "Me da igual que lo modere Urdaci o un periodista".
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