Gerena y la mina
La multinacional estadounidense Cobre las Cruces ultima sus permisos administrativos para meterle mano a la campiña de Gerena en la que será, si los gereneros no lo impiden, la mina a cielo abierto más grande de Europa. A qué está esperando Gerena para decir no, que no van a cambiar la salud de la población, los cultivos y el paisaje que les da identidad como pueblo por un puñado de lentejas en forma de inmenso agujero rodeado por toneladas de escombros contaminantes, agujero que será "aprovechado" para enterrar residuos tóxicos y peligrosos, tal como está ocurriendo ahora mismo en la corta de Aznalcóllar, cuando los americanos se hagan los suecos y vuelen, una vez recogidas las cuantiosas subvenciones que las Administraciones públicas van a regalarles.
Parece que sólo se aprende de la propia experiencia y que lo ocurrido a tan sólo unos kilómetros en Aznalcóllar no sirve para Gerena. Así, si ahora en la vecina Aznalcóllar, tras sufrir en sus carnes las consecuencias del vertido tóxico, son los propios ex mineros los que exigen una Aznalcóllar más sana, donde los trabajadores no tengan que seguir exponiéndose al tráfico de residuos tóxicos, donde el agua sea realmente potable y donde las empresas que se instalen, gracias a las cuantiosas subvenciones públicas, no sean contaminantes, en Gerena, sin embargo, en lugar de recoger el testigo parece que sólo se ve la zanahoria de la inversión y los puestos de trabajo, confiando en que los parabienes dados por la Administración al proyecto minero sean suficiente garantía. Pero hay que tener memoria y acordarse de que esos mismos parabienes se dieron a Boliden en Aznalcóllar y llegaron lodos a Sanlúcar de Barrameda. Con semejantes precedentes, queda claro que se peca de exceso de confianza y eso a la larga se acaba pagando.
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