Varios proyectos en Internet juegan con la manipulación de la cara
PuppetTool es una aplicación en Flash para los rostros
La dimensión antropomorfa de la máquina y la búsqueda de una comunicación directa, sin interfaces ni metáforas, es un objetivo de los artistas digitales. Sus investigaciones sobre las posibilidades del rostro para intensificar la comunicación por Internet protagonizan muchos proyectos.
Cuando en octubre de 1998 el artista neoyorquino Jonathan Keller concibió The Daily Photo Project decidió explotar la posibilidad de distribuir contenidos inmediatamente. El proyecto, irónicamente subtitulado When will it end? (¿Cuándo acabará?), publica cada día una foto de su autor en una base de datos y las muestra una al lado de la otra a partir de la más reciente. La monotonía del tema desanima al voyeur y desplaza el interés a la búsqueda de los mínimos cambios, casuales o voluntarios, que construyen la identidad. El poder del paso del tiempo se aprecia a medida que se exploran las imágenes de este elocuente diario minimalista, lejos de la narcisista verborrea de algunos blogs.
El impacto de la tecnología digital en la evolución del retrato se aprecia en el autorretrato de Frédéric Durieu, miembro del colectivo Lecielestebleu. El internauta podrá manipular su rostro con la PuppetTool, una aplicación en Flash para realizar asombrosas animaciones.
Ojos, nariz y boca, enmarcados por la pantalla del PC, protagonizan Inter-Face, una obra del israelí Yariv Alter Fin. Sin el pelo y con una línea que dibuje el contorno del rostro (en versión femenina y masculina), intensifican la sensación de que éste sale de la pantalla. Desde la blanca luminosidad de la web reaccionan al movimiento del ratón, asumiendo expresiones y muecas.
Artport, el espacio sobre creación en Internet del Museo Whitney, dedica su portada a las investigaciones sobre el rostro de Ken Perlin, ecléctico docente del Media Research Lab de Nueva York. Su Responsive Face muestra las posibilidades de Improv, un software capaz de caracterizar los personajes a través de una infinita gama de expresiones.
Al interactuar con Responsive Face, se observa cómo el rostro virtual reacciona sin utilizar animaciones preestablecidas, y cómo cambia de estado de ánimo a través de sus gestos.
El resultado es una animación facial interactiva en tiempo real con una expresividad emotiva convincente, cuyas aplicaciones se están revelando útiles en la terapia con niños autistas.
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