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MATANZA EN MADRID | La pista del integrismo

El grupo que causó los atentados de Marruecos sigue la doctrina saudí

Tánger y Tetuán son dos ciudades con fuerte implantación de los islamistas radicales

El wahabismo, la doctrina islámica que impera en Arabia Saudí, "constituye un peligro real para toda una generación de jóvenes musulmanes que contactan con ellos, les escuchan y rezan en sus mezquitas", advertía, a finales de 2000, un informe encargado por el palacio real marroquí. Ahí estaba la matriz que, poco después, generaría un rosario de movimientos terroristas que acabarían provocando, hace 10 meses, una matanza en Casablanca.

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"Cualquiera que sea su forma, el terrorismo es condenable y ninguna discrepancia política, religiosa o étnica puede justificarlo". Saad Othmani, secretario general del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD), una formación islamista moderada marroquí, fue uno de los primeros en reprobar los atentados de Madrid.

Al lado de este partido legal ha surgido en Marruecos una auténtica nebulosa islamista violenta, amamantada por el wahabismo y cuya expansión permitió Hassan II a cambio de una ayuda financiera saudí para mantener el esfuerzo militar en el Sáhara Occidental.

Casablanca, con sus 45 muertos del pasado mayo -cuatro de ellos españoles-, fue el golpe más espectacular del islamismo radical en Marruecos. Otros atentados -el asesinato de una francesa en Agadir, el de un judío marroquí en Casablanca o un ataque contra el bar de un camping en el que se servía alcohol- han tenido menos trascendencia.

Pese a la brutal represión, con más de 1.500 personas procesadas por terrorismo desde junio pasado, sigue habiendo brotes violentos. Un enfrentamiento entre terroristas y fuerzas de seguridad cerca de Meknes se saldó, el pasado 26 de enero, con la muerte de un policía.

Mohamed Darif, profesor de la Universidad de Mohamedia y experto en terrorismo, señala que el principal movimiento extremista es el Grupo Marroquí Islamista Combatiente, una derivación violenta del wahabismo compuesta por un sinfín de células sin apenas coordinación entre ellas. Mohamed Fizazi o Hasan Ketani, actualmente detrás de los barrotes, eran sus ideólogos, pero carecen de un auténtico líder que los federe.

Algunos radicales marroquíes militan en grupúsculos más directamente vinculados con Al Qaeda, como el que capitaneó en España Abú Dahdah, también encarcelado. La policía marroquí vincula a los tres marroquíes detenidos el sábado en Madrid con este español de origen sirio cuyo verdadero nombre es Imad Eddin Barakat.

Abú Dahdah es, según Darif, un "alumno aventajado" del jordano Abú Musab Zarkaui al que Washington considera responsable de buena parte de los ataques perpetrados en Irak y a cuya cabeza han puesto precio. Ofrece 10 millones de dólares por informaciones que permitan capturarle. Zarkaui trabajó directamente en Afganistán con Osama Bin Laden antes de emigrar a Irak.

El origen de los detenidos marroquíes en Madrid -dos son de Tánger y el tercero es de Tetuán- no constituye ninguna sorpresa para los que siguen de cerca al islamismo marroquí. El noroeste del país es una zona de fuerte implantación islamista. No en balde el PJD obtuvo, en las legislativas de 2002, el 44% de los sufragios en Tánger y la mitad de los escaños de diputados.

En Tetuán su resultado no fue tan bueno, pero en el Ministerio del Interior en Rabat se señala que es en esa ciudad donde el gran movimiento islamista Justicia y Caridad, ilegal pero tolerado, está, proporcionalmente, mejor implantado.

Dos agentes marroquíes inspeccionan la Casa de España de Casablanca tras el atentado de mayo de 2003.
Dos agentes marroquíes inspeccionan la Casa de España de Casablanca tras el atentado de mayo de 2003.AP

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