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Ramon Solsona fabula sobre los usuarios del metro en 'Línia blava'

La línea azul del metro de Barcelona como la vida misma. Y un narrador que fabula a partir de la gente que observa. La obligación de compartir un espacio cerrado y un tiempo determinado con desconocidos es una de las imágenes de la contemporaneidad. El escritor Ramon Solsona (Barcelona, 1950) ha partido de esa mezcla de curiosidad y reticencia que nos despiertan las personas con quienes nos cruzamos para escribir Línia blava (Columna).

Un fragmento de Mr. Bennett y Mrs. Brown, de Virginia Woolf, está en el origen de la novela, explica Solsona; una frase de la escritora: "Creo que todas las novelas empiezan con una vieja sentada en el asiento de delante". Luego, un eslogan de Transports Metropolitans de Barcelona: "Hay un mundo aquí abajo".

"Cada vida es una novela, como mínimo", afirma Solsona. "He intentado captar el misterio que supone la vida de los otros. Todo el mundo es igual de curioso y se pregunta por la vida de los demás: por qué uno tiene una cicatriz, por qué otro está moreno; dónde va tal, de dónde viene... En la novela he querido explotar la capacidad de saber, y allí donde no llega la información directa he aplicado la imaginación".

El narrador de la historia sube al metro en la estación de Horta y baja en Cornellà; en el trayecto ha pasado también por dos estaciones que no figuran en el recorrido real, una que está en desuso, Gaudí, y otra que todavía no se ha abierto al público, Cardenal Reig. En el transcurso del libro se ha cruzado con infinidad de personajes: "El narrador es unos ojos que miran, piensan e imaginan. He aprovechado que el metro es un flujo para construir un mundo. Los personajes se tocan de manera sutil, y de manera subterránea he establecido relaciones de causa-consecuencia en los acontecimientos". La realidad manipulada, pues, por la imaginación del escritor: "Lo que da sentido a la novela es la elaboración del novelista y el gusto del lector por escuchar historias. Desde la primera página, desde la primera estación, estoy diciendo al lector que no dejaré de contarle historias hasta que llegue a Cornellà".

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