Protagonista secundario
La carrera de Kevin Rollins recuerda a la de esos actores secundarios que trabajan durante decenas de años a la sombra de deslumbrantes principales cuando el azar, o una buena oportunidad, los coloca, repentinamente, en escena, y con un papel protagonista. Las normas de buen gobierno recomiendan que los puestos de presidente y consejero delegado sean ocupados por dos personas distintas, así que el nuevo presidente de Dell -como Steve Ballmer (Microsoft) o Jeff Henley (Oracle) antes que él- tiene que ponerse en la piel del fundador, imagen y alma del principal vendedor de PC del mundo, Dell Computer, tal y como tuvo que hacer Ballmer con Bill Gates, o Henley con Larry Ellison. Aunque estos directivos lleven decenas de años trabajando en su empresa, y sean de sobra conocidos por los entendidos del sector, su maldición ante al gran público es, también, la de los secundarios: "Me suena su cara, pero no sé quién es".
Kevin Rollins (51 años) ha sido, desde que llegó a la compañía en 1996, la sombra y la mano derecha de Michael Dell. Le ha acompañado a menudo en comparecencias públicas y ha realizado múltiples entrevistas, lo que supone que, finalmente, su nombramiento no ha tenido demasiado impacto ante analistas y accionistas: la cotización del valor apenas osciló un 1% el pasado 4 de marzo, cuando se anunció la decisión. Por cierto que, unos días después, la compañía hizo público que tanto Dell como Rollins han recibido 400.000 opciones sobre acciones de la compañía.
La carrera de Rollins ha sido extremadamente rápida. Ha dirigido las operaciones de la multinacional en Estados Unidos, México, Canadá y América Latina. Después, fue nombrado vicepresidente, y más tarde, consejero delegado, en marzo de 2001. Su periodo directivo coincide con el de "mayor crecimiento" de la compañía, según asegura su currículum vitae: Dell ha pasado de ingresar 5.000 millones de dólares en 1996 a 41.400 millones en los últimos cuatro cuartos fiscales.
En sus comparecencias públicas y entrevistas, Rollins sigue el estilo de Michael Dell: es serio, aparentemente tranquilo, nada estridente, y sus declaraciones son comedidas y habitualmente respetuosas con los competidores. Esta aparente frialdad no le impide, sin embargo, ser agresivo cuando se trata de defender a su compañía de las críticas habituales del sector, la más común, que la compañía no invierte en I+D.
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