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AGENDA GLOBAL
Columna
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Ninguna causa, ningún dios, ninguna idea

Joaquín Estefanía

DESDE LOS ATENTADOS DEL 11-S en Nueva York y Washington, con un balance de miles de muertos, otro concepto se ha añadido al de globalización: ya no se habla sólo de globalización financiera, económica, cultural, política, etcétera, sino de la globalización del terror. De terrorismo global.

Cuando los atentados al World Trade Center y al Pentágono -y ahora los españoles acabamos de tener nuestro 11-S en Madrid, con centenares de víctimas- el escritor indio Salman Rusdhie, tanto tiempo amenazado de muerte por los fanáticos, escribió con lucidez: "En el intento de hacer nuestras sociedades libres un lugar seguro... nuestras libertades civiles se van a ver inevitablemente comprometidas. La respuesta de Occidente ante los ataques del 11-S será juzgada, en gran medida, tomando como referencia que la población comience a sentirse de nuevo segura en sus hogares, en sus lugares de trabajo y en sus vidas diarias en general. Ésta es la confianza que todos hemos perdido y que ahora debemos recuperar". El pasado jueves tuvimos en nuestro país una buena prueba de ello.

¿Tendrá el terrorismo efectos en las elecciones? ¡Qué victoria para los terroristas si a causa de ellos los ciudadanos debiéramos desviar el sentido de nuestro voto o las democracias renunciar a parte de sus libertades!

El sentimiento de inseguridad, que en la anterior etapa histórica tenía carácter nacional o regional, tiende a mundializarse. A globalizarse. Por ello, aquellos ataques terroristas no fueron considerados tan sólo como un ataque contra EE UU, sino contra los valores de la humanidad y de la civilización. Lo mismo sucedió el jueves en todas partes: los europeos consideraron casi de inmediato que el terrorismo manifestado en la capital de España devenía en el icono de todas las víctimas del terrorismo. El terrorismo es el uso ilegítimo o la amenaza de la fuerza y de la violencia contra individuos o propiedades para coaccionar o intimidar a los Gobiernos y las sociedades, y a menudo para obtener objetivos políticos, religiosos o ideológicos.

La vulnerabilidad de las sociedades a estas manifestaciones indiscriminadas de violencia forma parte de la sociedad del riesgo teorizada por el sociólogo alemán Ulrich Beck, que, con motivo del 11-S, afirmó: "Ninguna causa, ningún dios, ninguna idea abstracta puede justificar un atentado terrorista". Fue muy sintomática la primera reacción de los mercados al atentado multitudinario de Madrid: provocó una fuerte corriente de ventas -pérdidas- en las principales Bolsas europeas, que se reforzó en los momentos en los que se extendió el rumor de que la autoría de la masacre podría ser protagonizada por un grupo islámico fundamentalista, y no por ETA. Los empresas que más bajaron en su cotización fueron las compañías aéreas.

La historia nos demuestra que cuando a las crisis políticas se le añaden las dificultades económicas, el mundo no progresa sino que retrocede. Eso es lo que ocurrió en las dos guerras mundiales y también inmediatamente después del 11-S. Relata el escritor Stefan Zweig en sus maravillosas memorias (El mundo de ayer. Memorias de un europeo. Editorial El Acantilado) el retroceso que sufrió el mundo a partir de la Gran Guerra, "como la limitación de los movimientos del hombre y la reducción de su derecho a la libertad". En esas coyunturas, el necesario equilibrio entre seguridad y libertades se vence a favor de la primera y en detrimento de las últimas. El mayor peligro en estos tiempos de turbación, como se ha manifestado en EE UU, sería que se forjase una política de autoritarismo democrático. La psicosis de temor en EE UU, y luego en algunas de las sociedades europeas, ante un enemigo tan indefinido y difuso como el terrorismo global, ha sido tan grande en los últimos tiempos que el riesgo consiste en que la balanza se incline hacia una supuesta hiperseguridad al precio de una infralibertad.

¿Tendrá ello un efecto directo en el resultado de las votaciones que están convocadas hoy en España? ¡Qué victoria para los terroristas si a causa de ellos los ciudadanos debiéramos desviar nuestro voto o las democracias renunciar a parte de sus libertades!

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