El Gobierno de Aguirre aboga por abrir túneles

Francisco Granados, consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid, anunció hace unas semanas que el Gobierno regional apoya la construcción de uno o varios túneles bajo el monte de El Pardo para poder cerrar el anillo de la M-50. Granados sabe que este bosque mediterráneo es uno de los grandes obstáculos medioambientales para completar la obra. Ningún Ejecutivo anterior se había atrevido nunca a tocar de una manera tan agresiva este monte, al que, no obstante, se le arañaron algunos trozos durante las obras de construcción de la M-40 en 1996, con el Gobierno del PSOE.

Pero ésta no ha sido la única agresión al monte. El Pardo también ha sufrido pérdida de su masa forestal con la construcción del tren veloz a Valladolid -cuyas vías transcurren casi paralelas a la carretera de Colmenar-, así como en el término de Torrelodones, donde centenares de chalés han sido construidos junto a la antigua valla del monte de El Pardo, hoy ya sólo una pared que sirve de mala contención al desarrollo urbanístico del municipio.

Si Fomento construye finalmente el cierre de la M-50 -atravesaría los términos de Las Rozas, Majadahonda, Madrid y San Sebastián de los Reyes-, El Pardo sufrirá posiblemente un golpe mortal y definitivo. Se habrá convertido en un parque urbano cruzado por vías de alta velocidad y rodeado por chalés de lujo con hermosas vistas. El Gobierno de Aguirre cree que si las autopistas se construyen en túnel el impacto será menor. Los ecologistas, no.