Las huellas españolas de Al Qaeda
La organización terrorista ultimó el 11-S en Tarragona y cuenta con apoyo logístico
La primera pista de Al Qaeda en España quedó grabada el 4 de enero de 2001 en el aeropuerto de Madrid-Barajas. La dejó Mohamed Atta, de 33 años, al descender del vuelo de Iberia 6122, procedente de Tampa (Florida). El terrorista, entonces un anónimo estudiante de la universidad de Hamburgo, permaneció en España varios días sin dejar más rastro. Pero seis meses después, el 8 de julio, este egipcio de 1,65 de estatura, ojos color café, cabello negro y mirada penetrante regresó al mismo aeropuerto y esta vez dejó su huella en muchos sitios: hoteles, agencias de viaje y casas de alquiler de coches. Veintitrés testigos diferentes lo reconocieron a él y a Ramzi Binalshibh, un yemení de 31 años que acudió desde Hamburgo (Alemania) para encontrarse con el hombre que solo ocho semanas después protagonizó el 11-S y provocó 3.016 muertos.
La cumbre entre Binalshibh y Atta duró ocho días en los que el coordinador del atentado y el ejecutor ultimaron el ataque que conmocionó al mundo. El yemení, detenido un año después en Pakistán, ha confesado a sus interrogadores que durante aquel largo encuentro Atta le transmitió los objetivos que iban a ser atacados para que él trasladada la información a Bin Laden, el jefe de Al Qaeda en Afganistán.
Apoyo logístico
¿Por qué eligieron España Atta y Binalshibh para la que sería la última y crucial reunión del 11-S? Los servicios de información españoles siguen desde entonces la huella dejada por Atta y Binalshibh y han acumulado pruebas que demuestran que esta organización terrorista contaba con apoyo, infraestructura y simpatizantes en España.
El apoyo parece claro porque durante su encuentro se alojaron varios días en un lugar que todavía no se ha descubierto. Posiblemente la casa de un colaborador.
Además, el propio Binalshibh ha confesado a sus interrogadores que regresó a España el 5 de septiembre para obtener un visado falso con el que abandonar Europa y refugiarse en Kabul (Afganistán) antes de que los aviones secuestrados por Atta y los otros 18 suicidas se lanzaran contra las Torres Gemelas y el Pentágono.
El yemení ha relatado su paso por España y mostrado nuevas huellas de la organización en España. Voló a Madrid desde Düsseldorf, se alojó en hotel Madrid, en el número 10 de la madrileña calle de Carretas y llevó su pasaporte saudí hasta las manos de Khalid el-Jaziri
[Khalid el argelino] para que éste le estampara un sello de entrada y un visado Schengen por el que pagó 300 marcos alemanes.
Para la Guardia Civil, este argelino es Khaled Madani, detenido recientemente en Torrevieja (Alicante) por haber recibido de Zacarias Essabar, otro de los miembros de la célula de Hamburgo, varios giros con los que presuntamente se habría pagado el visado con el que Binalshibh, el hombre más importante de Al Qaeda en Europa, voló desde Madrid rumbo a Afganistán. Madani reconoce haber recibido esos giros de los terroristas, pero asegura que los cobró por encargo de otro argelino que ha huido.
El hecho de que el cerebro y coordinador del 11-S eligiera España para que conseguir los visados falsos con los que salió de Europa es otra muestra del apoyo con que contaban. Otros miembros de la célula de Hamburgo como Essabar o Said Bahaji huyeron desde Alemania con pasaportes falsos obtenidos en Hamburgo. ¿Por qué el cerebro del ataque, el único junto a Atta y Bin Laden que conocía la fecha del 11-S, depositó su confianza en "un enlace y conseguidor de viajes de Al Qaeda en España"?, tal como dice su declaración.
Última huella
Binalshibh permaneció en Madrid los días 5, 6 y 7 de septiembre, fecha en quedó grabada su última huella en la agencia de viajes Usit, en el número 3 de la plaza de Callao, donde exhibió su pasaporte saudí falso a nombre de Hasan Alssiri y logró un carné de estudiante con el que obtuvo un descuento en el billete de avión Madrid-Atenas-Dubai en la compañía Olimpic Airways. Desde allí voló a Pakistán.
Pero estas pistas de Al Qaeda no son las únicas que se han encontrado en suelo español. Varias semanas después del 11-S, el juez Baltasar Garzón desarticuló una presunta célula de Al Qaeda cuyos miembros, sirios, argelinos, marroquíes y un español, estaban siendo investigados por la policía desde 1995 cuando se observó que repartían propaganda radical en la madrileña mezquita de Abu Baker.
Se agrupaban en un grupo denominado Soldados de Alá y su dirigente Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, 39 años, casado con una española y padre de cinco hijos, mantenía estrechos vínculos con los miembros de la célula de Hamburgo que planificaron y el ejecutaron el mayor ataque de la historia de EE UU desde Pearl Harbor (1941).
En la agenda personal de Said Bahaji, uno de los compañeros de Atta en su apartamento de Hamburgo, un piloto frustrado que no pudo volar, apareció el teléfono de la antigua casa en Fuenlabrada (Madrid) de Barakat. Algo que el sirio no ha conseguido explicar. Además, a finales de agosto de 2001, es decir semanas antes del 11-S, el teléfono de este vendedor de coches usados recibió una llamada de un tal Shakur quien le comunicó que entrenaba con aviones y tenía un gran objetivo.
La detención de Barakat y de otras 10 personas ha demostrado que el jefe de los Soldados de Alá mantenía vínculos con miembros de Al Qaeda en todo el planeta. Garzón procesó a Barakat y a otras 30 personas más, entre ellas al propio Bin Laden.
Nadie discute el apoyo logístico con el que cuenta Al Qaeda en España, se han detenido a más de 25 personas, pero la policía siempre dudó que actuara aquí.
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