"Nadie está preparado para morir en atentado"

"Nadie está preparado para morir en un atentado", afirmó ayer la María José Caicoya, médico adjunto de Psiquiatría del Hospital de La Paz. A pesar de ello los familiares de los ingresados en La Paz demostraron una "templanza y un control" que asombró a todo el equipo de psiquiatras y psicólogos que les atendió. Ningún pariente tuvo que ser ingresado. El caso más grave al que se enfrentaron fue el de la familia de una mujer de 29 años, que murió embarazada de siete meses. "Ha sido muy difícil de asumir, porque los familiares llegaron con una amargura inmensa", dijo Caicoya.

Un total de 16 psiquiatras y psicólogos, además de médicos residentes y enfermeras, escucharon durante toda la mañana a los familiares y amigos que acudieron al salón de actos, acondicionado para facilitar la ayuda psicológica. La situación se complicó por la tarde: "Fue mucho más desagradable". Algunos de los que llegaron hasta La Paz ya habían estado en otros hospitales en los que no habían encontrado a quienes buscaban. "Después de esa búsqueda todo es mucho más difícil de manejar, porque vienen con toda la angustia acumulada".

Los esfuerzos de los psiquiatras se concentraron, tras las primeras ayudas de emergencia en prevenir los trastornos por estrés postraumático. Pero la reacción de los familiares "fue ejemplar y hubo pocas intervenciones". "No hemos necesitado hacer uso de la medicación en ningún momento", aseguró Caicoya. Siempre es de gran ayuda "el sufrimiento compartido" con otros afectados, reconoció la doctora Caicoya.