"Por más valiente que seas, en ese momento te vuelves un gallina"
Aníbal llamó a su país, Ecuador, para informar del atentado
"Acababa de subir al tren, casi ni se había cerrado la puerta cuando oímos la primera explosión. En mi país trabajé un tiempo de sanitario y lo primero que me salió fue acercarme al vagón donde salía humo, pero sonó otra explosión y, a continuación, otra. Ya sólo queríamos correr". Aníbal Altamirano Jordán, un emigrante ecuatoriano de 26 años, que vive en Villaverde Alto enlazó en la estación de Atocha con la línea 2 para llegar hasta Fuencarral, donde trabaja cuidando ancianos. Eran las 7.35 de la mañana, como él mismo relataba insistentemente a las 17.00, casi diez horas más tarde, aún ante la estación de Atocha. Fue el último de los afectados en abandonar el lugar del atentado, repitiéndose asimismo una y otra vez en voz alta el relato de los hechos como para convencerse de que estaba intacto: "Me tropecé con una chica que salía del vagón con el rostro ensangrentado, le pregunté qué pasaba y me dijo que había mucha gente estampada contra las paredes. Era algo desesperante. Me cayeron encima trozos del techo, no veía más que una cortina de humo. Humo negro. Era el horror".
"Por más valiente que seas, en ese momento, te vuelves una gallina. Mira ahorita mis mano, están negras; siendo hombre y he llorado de miedo", explica con ojos enrojecidos. "Mucha gente decía guarden la calma, guarden la calma", continúa. "La gente estaba diciendo éso, pero ibas con el corazón en la mano".
A pesar de esa sensación de pánico, Aníbal mantuvo la entereza suficiente para nada más salir de la estación llamar a su país. "En mi país trabajé en una emisora, Radio Sucre, una emisora musical y nada más salir a la calle les llamé desde una cabina para contarles lo que había pasado porque esto tiene que saberlo todo el mundo. A esa hora de la mañana, ahí abajo, en los andenes, hay colombianos, ecuatorianos, marroquíes, españoles.... gentes de todas partes. Hay heridos de todas las razas".
Aníbal consiguió también contactar con su cuñado para pedir que fuera a buscarle. "He tardado más de una hora en encontrarle. Con los nervios no atinaba con el sitio en el que me esperaba. Esto es peor que el 11 de septiembre: estudiantes y gente trabajadora son los que han muerto", relata su hermana.
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