Las centrales italianas van a una nueva huelga por la reforma de las pensiones
Berlusconi, dispuesto a abrir una negociación
Los sindicatos italianos convocaron ayer una nueva huelga general de cuatro horas contra la reforma de las pensiones. La protesta fue fijada para el próximo 26 de marzo y el Gobierno italiano respondió con una oferta de diálogo. El presidente del Ejecutivo, Silvio Berlusconi, se declaró dispuesto a recibir a los dirigentes sindicales y abrir una negociación. El ministro del Welfare (sistema asistencial), Roberto Maroni, insistió, sin embargo, en que la jubilación masculina debía retrasarse forzosamente desde los actuales 60 años a los 65, porque lo exigía la Unión Europea.
La huelga del 26 de marzo será la segunda contra la prolongación de la vida laboral. El 24 de octubre se realizó un paro general de cuatro horas con un seguimiento notable, pero no mayoritario: mientras en la Administración y las empresas públicas el seguimiento fue masivo, en el sector privado apenas fue a la huelga el 20% de los trabajadores.
La batalla contra la reforma de las pensiones ha forjado una inusual unidad de los tres grandes sindicatos, CGIL, CISL y UIL, que ayer realizaron una asamblea conjunta de delegados por primera vez en tres años. Ante el 26 de marzo, los sindicatos no sólo exigen que el Gobierno retire el proyecto de ley ya presentado ante el Parlamento y negocie una reforma mucho más gradual, sino que reclaman un cambio de política económica para impulsar el crecimiento.
"Nos habían prometido un nuevo milagro económico y, en cambio, el país se ha detenido; las recetas del Gobierno no funcionan", afirmó el secretario general de la UIL, Luigi Angeletti, ante la asamblea conjunta de delegados. El líder de la CISL, Savino Pezzotta, afirmó que los sindicatos estaban abiertos a negociar y que el anuncio gubernamental de que el debate parlamentario se retrasaría hasta abril era "un primer paso insuficiente".
Los sindicatos reclaman más inversión pública y aumentos salariales para estimular el consumo. Consideran también que la reforma de las pensiones está planteada de forma errónea porque "se concentra exclusivamente en reducir el gasto", en palabras de Guglielmo Epifani, secretario general de la CGIL. "Los planteamientos de los sindicatos son importantes, se refieren al desarrollo del país, y el Gobierno tiene el deber de dar una respuesta", admitió el ministro Maroni.
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