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Reportaje:ELECCIONES 2004 | Andalucía

Decorado viviente

La puesta en escena de los mítines está cada vez más uniformada, lo que varía es el paisaje humano, si es urbano o rural

Tecnología y mercadotecnia han uniformando la escenografía mitinera. Los partidos políticos dejan todo en manos de empresas especializadas y salvo colores, lemas, anagramas y, sobre todo, medios económicos, la liturgia del acto público en campaña varía poco de un partido a otro. PSOE y Partido Popular llevan incluso sus propios realizadores de televisión y dan la imagen en directo a las cadenas que lo soliciten. Los lugares del mitin se eligen en función del lleno previsto, más bien a la baja, de manera que nunca haya sensación de vacío, ya que la idea es transmitir fuerza y entusiasmo.

Cada paso está estudiado como si fuera un teatro: el sonido, los fondos, la ubicación de los focos para que no creen sombras o la intensidad musical. Los populares, por ejemplo, cuenta con tres ritmos diferentes de la misma sintonía según el momento: bulerías para el comienzo, balada mientras se llena el local y bakalao para el final.

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El contraste está más en el paisaje, en si es urbano o rural. En el polideportivo de Tarifa (Cádiz), dónde Teófila Martínez reunió a unas 300 personas traídas también de municipios vecinos, se podía leer un ilustrativo cartel: "Por higiene y decoro no escupan al suelo ni a las paredes". En el Palacio de Congresos de Sevilla, sin embargo, por seguir con el mismo partido, los forofos que acudieron a vitorear a José María Aznar se sentaron en cómodos sillones tapizados sin alterar su compostura.

En lo que sí intervienen directamente los partidos es el suministro del decorado viviente, esa hinchada incondicional que aplaude a rabiar hasta un estornudo y agita banderolas sin desmayo. Las organizaciones provinciales son las encargadas del reclutamiento, pues la inmensa mayoría son militantes y con frecuencia analistas de ocasión que recitan las encuestas de corrido. El origen de la clac marca también las formas en el vestir, cambia mucho si se trata de pueblo o capital, aunque el porcentaje de rubias es abrumador entre los devotos populares, mientras que las chupas de cuero y los tonos oscuros hacen furor entre los afectos del PSOE.

Después de ocho años en el Gobierno de la nación, la muchachada entusiasta que a mediado de los noventa llenaba las plazas del PP ha ido menguando. Ahora el bullicio de Nuevas Generaciones se reduce a un comando igual de jaracandoso que suele dar el chasquido para los aplausos y los gritos de "presidenta, presidenta". Se imponen los matrimonios mayores que apilan reposadamente pasquines y folletos en el regazo y aprietan la estampita de sus líderes como si fuera un talismán. En el acto con Aznar en Sevilla, que tuvo mucho de homenaje, las puertas estaban flanqueadas por jóvenes enchaquetados con la tarjeta de seguridad. Javier Arenas iba de traje y el presidenta saliente de informal. Teófila, de rosa y sin fular.

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Los incondicionales del PSOE han bajado en edad, pero tampoco se ven juveniles legiones portando pancartas. En el mitin central de Andalucía, que se celebró en Dos Hermanas (Sevilla) la organización regional llevó 400 autobuses parar aclamar juntos a Manuel Chaves, José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe González. Algunos llevaban un pañuelito rojo anudado al cuello, única nota de color, junto con el exagerado frenesí de la pancarta de la agrupación Sur Rosa Luxemburgo, que rezaba "Chaves para siempre"

PP y PSOE reparten banderitas con sus respectivos logotipos (el PP también de Andalucía), no obstante, hay quienes prefieren traerlas de casa, a riesgo, destrozar el guión tan esmeradamente preparado. En los foros populares es frecuente detectar los colores rojo y gualdo, y en los actos del PSOE en estas elecciones han resurgido las enseñas republicanas.

La puesta en escena de Izquierda Unida y PA es notablemente más modesta que la de los partidos mayoritarios, si bien el esquema es similar en cuanto a la parafernalia de fervor y delirio: abrazos, besos y arrechuchos a sus líderes en el trayecto al estrado. En los mítines de IU se alterna la vieja estética de izquierda docente, con los rostros quemados por el sol y gorrillas encasquetadas hasta las cejas. El mocerío antiglobalización de pantalones inmensos y cortes de pelo imposibles con los pañuelos saharauis, las camisetas del Che y los toques del son cubano.

El público que arenga a los andalucistas es quizás el más heterodoxo. Indumentarias sport se une a vestidos de gala, corbatas con jerséis de pico, y eso sí, mucho color verde Andalucía y música por sevillanas.

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