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LA CRÓNICA | ELECCIONES 2004 | Andalucía
Columna
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Pavor al agravio

Cuenta Luis Carandell en Vida y Milagros de Monseñor Escrivá de Balaguer que las traducciones a otros idiomas de Camino, la obra cumbre del fundador del Opus Dei, diferían de la versión original española en algunos de sus puntos para no contravenir los referentes culturales de cada país y, de paso, eliminar también menciones comprometedoras. A Carandell estos cambios le parecían lógicos en una organización con aspiraciones universales.

Salvando las distancias pertinentes, resulta llamativo el cuidadoso esmero que los partidos han tenido en estas elecciones con sus programas electorales para no ofender ni crear agravios entre las provincias andaluzas. Salvo proyectos emblemáticos que han sido objeto de polémica en los últimos años -como la supresión del peaje de la autopista Sevilla-Cádiz, los proyectos ferroviarios de alta velocidad o importantes infraestructuras incompletas-, nada se dice de los territorios a donde irán a parar las pregonadas inversiones. En comicios anteriores hubo más alegrías, sobre todo en la Costa del Sol.

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Especialmente ilustrativas del pavor que producen los enfrentamientos localistas son las declaraciones del secretario de Organización del PSOE de Sevilla, Francisco Pérez Moreno, leídas el domingo en El Correo de Andalucía. Dice Moreno: "No son incompatibles las inversiones en Sevilla con las de otras provincias, pero vemos erróneas destacarlas en campaña (...) los de Málaga nos acusarían de centralismo y los del PP de dejar a Sevilla desatendida". Manuel Chaves se refirió precisamente ayer al problema de los agravios provinciales y al riesgo de regalar el oído de los autóctonos con lo que él llama "política de campanario" que luego pasan factura.

Los socialistas andaluces también están siendo muy prudentes con sus propuestas genéricas. Los proyectos novedosos del programa se han redactado de forma que es su candidato quien ha ido poniendo cifras y plazos. Chaves, el aspirante más veterano, tiene acumulada mucha experiencia: todavía le echan en cara en algunos foros la infausta promesa que hizo a las amas de casa de procurarles vacaciones gratis, y de eso hace ya una década (1994).

Menos cuidado ha tenido el PP de Teófila Martínez, ya que, a decir de los entendidos, el listón de sus planes choca con lo verosímil de las cuentas. En la precampaña, IU invitó a las demás fuerzas políticas a registrar sus compromisos en la oficina del Defensor del Pueblo, de forma que los ciudadanos puedan requerir su cumplimiento. No hubo respuesta. De hecho, sólo a partir de una paciente investigación es posible hallar los programas de los comicios de 2000, que se han esfumado de las correspondientes web partidarias como por encanto.

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En esta recta final, en la que priman más las llamadas a todo tipo de voto (concentrado, útil, valiente, encorajinado, responsable, andaluz y español) los planes concretos van pasando a un segundo término. El peligro de crear agravios, pues, se aleja, aunque la premura por arrastrar hasta la última papeleta puede producir cierto relajo en el miedo a molestar a la provincia vecina y regalar una promesa-perla que rastrear años después en las hemerotecas, siempre tan terribles para los políticos.

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