Proyecto sin culminar
Otra nueva versión de La Celestina, el clásico medieval español que firmaba Fernando de Rojas. Una versión para la danza. Poca danza, y casi nada flamenca. En este aspecto, Carmen Cortés nos ha defraudado, porque siendo una grandísima bailaora siempre esperamos de ella lo mejor en esa especialidad. Es como si hubiéramos asistido a otro espectáculo. Al término del mismo, yo, y me parece que la mayor parte de la audiencia, salíamos con esa cara de circunstancias de quien no ha presenciado lo que deseaba y esperaba.
Esta Celestina ha sido el tercer estreno absoluto del Festival de Jerez, y ciertamente había despertado expectación. En buen grado, debida precisamente al prestigio de que Carmen Cortés goza incluso entre los profesionales del flamenco. Pero, si se me permite expresarlo de una manera gráfica, vimos la Celestina de Gerardo Vera, no la de Cortés, aunque ella tenga mucha presencia en el escenario. Vera firma la dramaturgia, la escenografía, el vestuario y la dirección. Cortés se reserva la coreografía en una obra que tiene más de teatro que de danza. Poca danza puede inventarse donde no hay, y la que vemos tampoco nos recuerda el gran baile flamenco de la Cortés, salvo en pinceladas sueltas aquí y allá, en ráfagas de flamencura que nos dejan con hambre de más.
La Celestina
Baile y coreografía: Carmen Cortés. Baile: Trinidad Artíguez, Natalia Ferrándiz, Isaac de los Reyes, Nino de los Reyes, Álvaro Paños. Música: Gerardo Núñez y Juan Manuel Alonso. Dirección: Gerardo Vera. Teatro Villamarta, Jerez de la Frontera, 6 de marzo.
Lejano y distante
El resto se diluye tristemente en amagos, en secuencias de una morosidad que pesa. El baile -de Cortés y de sus bailarines, todos excelentes en cualquier caso- no adquiere entidad salvo en contadas escenas. Los recursos teatrales no ayudan demasiado: lo que vemos a través de supuestas puertas o ventanas al fondo del escenario queda lejano y distante y apenas llega al espectador; los tubos de tela que caen de lo alto y dan cobijo a los personajes nos seducen, pero cuando pasan los minutos, muchos minutos, y siguen allí dando espacios a unas danzas que apenas podemos distinguir, además de aburrir nos dejan la duda razonable acerca de la calidad de lo que se baila en esos revoltijos móviles; los textos leídos, y que se entendían mal en la sala, tampoco sirven mucho...
La música, en su mayor parte, es obra de Juan Manuel Alonso, compositor que -en palabras de la Cortés-, "viene de la clásica y ha trabajado con Gerardo Vera". Música machacona, rítmica, repetitiva. Gerardo Núñez también figura como autor, aunque obras suyas son sólo unos pasajes, supongo que aquéllos donde se trasluce una mayor cualidad jonda.
Celestina frustada, a mi juicio, y frustrante, por cuanto entiendo que se queda en un ambicioso proyecto sin culminar.
Babelia
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