Estropicio en San Mamés
El Valladolid arrasa al Athletic con tres goles de cabeza y un ejercicio de precisión de Losada
A los dos minutos, Ernesto Valverde, técnico del Athletic, frunció el ceño. El gol de Losada era un problema, porque supuestamente, oficialmente, el Valladolid había venido a San Mamés con el murciélago colgado del pecho, es decir, a colgarse del larguero y resistir el aluvión. Al cuarto de hora, con el gol de Óscar, un calco perfecto del anterior, Valverde no sabía qué hacer, si cambiar a tres de golpe (por ejemplo a todos los que jugaban por la izquierda) o seguir confiando en ese espíritu que distinguía al Athletic y que se ha perdido por completo. A los 37 minutos, con el gol de Jesús, el tercero de cabeza, y centrado desde el mismo lado, a Valverde le debieron correr las hormigas por la cabeza. ¿Qué hacer? ¿Cambios a lo bestia o dejar a los responsables del desaguisado que se comieran el marrón y sufrieran el escarnio del resultado y la befa del público?
ATHLETIC 1 - VALLADOLID 4
Athletic: Aranzubia; Javi González, Prieto, Karanka (Guerrero, m. 68), Del Horno; Tiko (Jonan, m. 45), Orbaiz; Etxeberria, Yeste, Ezquerro (Arriaga, m. 61); y Urzaiz.
Valladolid: Bizarri; Torres Gómez, Peña, Caminero (Julio César, m. 68), Jonathan, Marcos; Jesús; Sales (Sánchez, m. 77), Sousa (Txema, m. 56), Óscar; y Losada.
Goles: 0-1. M. 2. Centro de Sales desde la derecha y cabezazo de Losada.
0-2. M. 15. Óscar cabecea un envío de Sales. 0-3. M. 37. Libre indirecto desde la derecha de Sousa y cabezazo de Jesús.
0-4. M. 75. Error de Aranzubia en el despeje y Losada marca desde lejos.
1-4. M. 80. Guerrero cabecea un centro de Orbaiz.
Árbitro: Téllez Sánchez. Amonestó a Karanka, Arriaga, Marcos, Losada y Sánchez.
Unos 35.000 espectadores en San Mamés.
El estropicio ya estaba hecho, porque el Valladolid, hundido, con el técnico tocado, con Makukula lesionado, con una racha de derrotas consecutivas sin el congoleño, resulta que parecía una máquina de hacer goles sin desperdicio alguno. Tres llegadas, tres goles, las tres por la derecha, tres centros idénticos y tres remates similares, todos en franquía, en soledad, sin que ni un solo defensa del Athletic se atreviera ni a soplar en la oreja de su rivales. Tal desafección por el partido, tal ineptitud estratégica, tal falta de interés no se recordaba en San Mamés en lustros.
La defensa del Athletic quedó ayer desacreditada, sin altura, sin colocación, ofreciendo en cada jugada la espalda a tres futbolistas magníficos del Valladolid: Sales, Sousa y Óscar. El resto lo hizo Jesús, un portento físico, que jugaba a otra velocidad, al que nunca vio el Athletic porque al parecer trabajaba tanto que sus oponentes se cansaron pronto de verle correr. Ya se sabe, tanto sudor alrededor del cuerpo fastidia la piel. Así que ni tocarle, no vaya a ser qué... El Athletic tenía una vía de agua en el costado izquierdo. El cambio de Del Horno pudiera haberse producido en el minuto dos, por desubicación, por alocamiento, por falta de tacto, por fallos continuos; el de Ezquerro en el tres, porque si estuvo en el campo sólo él lo supo; el de Karanka en el cuatro, porque nunca supo qué hacer; el de Tiko en el cinco, porque nunca supo dirigir...Y así sucesivamente.
Y mientras tanto el Valladolid demostraba que la capacidad de desdoblamiento es compatible con la profusión de defensas. Y venga a jugar, venga a buscar a Losada, que dio una lección de cómo juega un delantero solitario, a Sales, que añade a la velocidad un componente técnico que le hace algo más que interesante. Probablemente quedará para la historia la rentabilidad del Valladolid, que remató cinco veces a puerta y marcó cuatro goles, pero conviene recordar que el Athletic necesitó 55 minutos para tirar la primera vez a gol, por medio de Del Horno, que marcó pero el gol fue anulado de forma injusta por un inexistente fuera de juego de Urzaiz. Algo hizo, al parecer en defensa, el Valladolid, con un impecable Caminero que acabó retirándose del terreno de juego tras dos balonazos en la cabeza.
Tan desesperado andaba el Athletic que hasta Aranzubia, el único jugador rojiblanco que aún no había fallado, demostró la falta de tensión del partido regalando el cuarto gol a Losada en un despeje malísimo con la zurda. Era el cuarto tanto, la constatación del estropicio en San Mamés, y lo peor era que el Athletic no había entendido nada. Días antes del partido, sus jugadores habían hablado de paciencia para ganar al Valladolid y decidieron que esa palabra significaba jugar con lentitud; que esta temporada no ocurriría la caída libre, y se hundieron con todo el equipo. Tanto que Guerrero, de meritorio, consiguió marcar un gol en la Liga 22 meses después. Y San Mamés aplaudió. O eso o aplaudir al árbitro. Y lo último ya no se lleva.
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