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Reportaje:

La sal vuelve a ser oro

El plan director para restaurar las salinas de Añana propone convertirlas en el eje del desarrollo del valle alavés

La sal da mucho de sí, aunque ya no sea aquella sustancia preciada que en la Edad Media enriqueció tantos pueblos. Un buen ejemplo de que puede seguir siendo fuente de riqueza es Salinas de Añana, que en los próximos años podrá recobrar parte de su esplendor medieval si se cumplen las perspectivas que señala el Plan Director de Recuperación Integral de este valle alavés, a punto de publicarse. Desde la producción de sal con calidad gastronómica a la generación de energía eléctrica con paneles fotovoltaicos instalados en las eras de sal, sin olvidar la explotación turística de un valle de indudables atractivos paisajísticos y culturales.

Sobre el papel, el futuro se presenta halagüeño. Salinas de Añana es un enclave imprescindible en la historia del País Vasco, dedicado a la explotación de las aguas saladas del río Muera, al menos, desde 822. En alguna de sus casas, en su iglesia, se perciben las huellas de la riqueza pasada. El valle no ha sufrido apenas las agresiones de la industrialización y las 5.000 eras, aunque bastantes en estado ruinoso, se mantienen en pie para asombro de vecinos y visitantes.

Este mar de plataformas sostenidas sobre puntales de madera está declarado Monumento Nacional y figura, con la villa de Laguardia, en la candidatura para lograr la consideración de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Además es uno de los seis humedales vascos (entre los 49 registrados en España, como Doñana o las Tablas de Daimiel) que tienen la calificación Ramsar, la máxima consideración internacional.

Pero son reconocimientos honoríficos. Es ahora cuando el centenar largo de propietarios de las salinas comienzan a vislumbrar una rentabilidad. De momento, se ha creado una sociedad privada que permite que haya un interlocutor único con las instituciones. Sobre todo, con la Diputación de Álava, que ha aprobado una inversión de urgencia para frenar el deterioro de las salinas de 240.400 euros anuales y ha impulsado este plan director.

El documento está redactado por los arquitectos Juan Ignacio Lasagabaster, Mikel Landa y Alazne Otxandiano, los arqueólogos Agustín Azcarate y Alberto Plata, y en él han participado biólogos, economistas, abogados o informáticos. Las conclusiones consideran viable conseguir en 20 años que la producción de sal de calidad gastronómica sirva para mantener la estructura del valle salado. Además, se abrirá un centro de interpretación del paisaje y la historia de Salinas de Añana para que organizar visitas guiadas durante la restauración de las salinas y cuando éstas empiecen a producir sal de manera artesanal. Está prevista también la instalación de paneles fotovoltaicos en 600 eras, con los que se generará la energía eléctrica que consume el pueblo. Y luego, en segundo término, la apertura de equipamientos de ocio como un centro de talasoterapia, restaurantes y hoteles con encanto.

"Lo importante es que los dueños de las eras crean en el valle salado", recalca Juan Ignacio Lasagabaster, uno de los responsables del éxito de la restauración de la catedral de Santa María de Vitoria. "En todas las salinas que se están recuperando en Europa ha sido imprescindible la vinculación de los propietarios con esa labor ancestral", aclara el arquitecto.

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