_
_
_
_
Reportaje:MUJERES

Cartas de amor desde las colonias

Con efusivas declaraciones de amor se rendían ante sus alejadas esposas los colonos hispanos al tocar tierra en las Indias. Sus cartas privadas dan fe del carácter romántico del aventurero español frente al más recatado emigrante inglés, pero, como señala la historiadora Rebecca Earle, también llevan al engaño. "Estas epístolas representan la negación lingüística del poder del varón sobre la mujer", sostiene esta experta en su reciente investigación en la materia.

Earle se ha centrado en las expresiones de saludo y despedida en la correspondencia privada de los colonos que siguieron los pasos de Cristóbal Colón desde España hacia las Indias. Revisó más de 300 cartas personales, datadas entre los siglos XVI y XVIII, en su último estudio de investigación para la Universidad de Warwick, la institución inglesa donde imparte clases de historia.

Mientras el emigrante español se dirigía a su "amor", a su "prenda", a su "consuelo", sus homólogos ingleses limitaban el saludo al formal "dear madame" (querida señora)
"El romanticismo que derrochan en las cartas no se corresponde con la realidad de la convivencia conyugal. Nada indica que se comportaran cariñosamente en la vida matrimonial", dice Earle

"Son cartas mayoritariamente de varones españoles asentados en las Indias que enviaban a sus esposas o queridas. Están cargadas de frasecitas amorosas, de expresiones románticas como 'querida mía de mis ojos', 'amor de mis entrañas' , 'amada esposa mía'...", explica entresacando algunas expresiones de las recogidas en su ensayo Cartas y amor en la Hispanoamérica colonial.

Subida de tono

Los calurosos saludos de los emigrantes españoles fueron subiendo de tono a lo largo de los siglos. De tratar inicialmente a sus mujeres como "hermanas" pasaron, tres siglos después, a identificarlas como "hijas de mi corazón", al tiempo que ellos mismos rebajaban su estatus social hasta la servidumbre. "En el siglo XVIII acostumbraban a despedirse con expresiones como 'su negro', 'su esclavo', 'su fiel servidor'. Paralelamente alargaron hasta la saciedad el final de la carta. Era corriente leer párrafos al estilo de: 'Amantísima y queridísima hija mía que Dios le guarde por dilatados años para mi consuelo. Su atento y humilde servidor que sus manos besa", cuenta Earle.

El gradual proceso de humillación del hombre ante la mujer ha sido analizado en estudios anteriores de Patricia Seed y otros historiadores. Pero la profesora de Warwick cuestiona el fundamento verídico de este aparente acto de degradación. "Debe entenderse como una representación de la negación lingüística del verdadero poder de los varones. El hombre detentaba el poder económico, legal y social sobre la mujer. Pero lo niega en sus cartas y se identifica como un pequeño esclavo que ha llegado a esta situación a consecuencia de la lejanía y falta de amor de su esposa", defiende.

"El romanticismo que derrochan en las cartas no corresponde con la realidad de la convivencia conyugal. Nada indica que estos mismos hombres se comportaran amistosa o cariñosamente en la vida matrimonial. Por el contrario, fortalece la observación histórica de que la violencia era un elemento constituyente de la masculinidad", añade. Y resume: "Estas cartas delatan las mentiras personales e íntimas de un matrimonio".

Los colonos hispanos tenían motivos para engatusar a sus parejas. "Querían animar a sus esposas a que viajaran a las Indias. Debían motivarlas a dar este drástico paso porque las leyes de la época dictaban que los casados debían vivir junto a sus mujeres", explica la investigadora.

El estilo y la forma de persuasión van evolucionado a medida que el aventurero afianza su posición en las tierras de ultramar. "En el XVI solían escribir que la vida es triste en cualquier lugar, pero menos triste en México, Cuba, Venezuela... Dos siglos después prometían un nivel de felicidad acorde con su propio poderío", recuerda Earle. A modo de ejemplo cita una carta: "Aquí usted podrá ser señora, tendrá esclavos a los que podrá mandar, llevará una vida placentera y será muy feliz".

Esta evolución también se aprecia en cartas que jóvenes soldados remitieron a sus madres a través del puño y letra de los misioneros. Earle recuerda el caso de un mozo de 20 años que comunica desde Venezuela a su madre que "ya es soldado" y que está luchando con los insurgentes. Otro escribe: "Soy ahora soldado y hombre importante. No puede usted darme tantos consejos".

Las cartas revisadas por Earle proceden principalmente de casados. "No es el típico emigrante, puesto que la mayoría de los españoles que viajaban a las Indias eran solteros. Pero se trata de gente acomodada, comerciantes, soldados, marineros, con una edad media en torno a los 20 años", explica.

Escasas misivas femeninas

En su búsqueda en el Archivo Histórico Nacional de Madrid y en el de Colombia, entre muchos, descubrió muy pocas epístolas de mujeres. "Se han perdido muchas cartas de mujeres, quienes, sin embargo, aparecen mencionadas en descripciones entre la correspondencia de sus maridos". Estas referencias hacen con frecuencia mención a la negativa de la mujer a trasladarse a colonias, lo cual hace caer a su esposo en un estado de "luto" y de "lloros constante". "Mi corazón se ha destruido dentro de mi seno... con estos atrasos y malos momentos... sufro tormentos inimaginables pensando que perderé a mi joya... cariño, no sigo escribiendo. puesto que mis suspiros y lágrimas no me lo permiten", rezan las misivas.

Mientras el emigrante español se dirigía a su "amor", a su "prenda", a su "consuelo", sus homólogos ingleses limitaban el saludo al formal "dear madame" (querida señora) e incluso eliminaban la expresión de afecto en las introducciones a sus cartas. "Varios estudios indican que las élites inglesas escribían cartas frías e impersonales. Sólo comienzan a relajar el lenguaje a partir del siglo XVIII. Los españoles echaron mano del lenguaje romántico mucho antes que los anglosajones", señala Earle.

Otras investigaciones también indican que hasta ese mismo siglo el amor no desempeñó un papel importante en una relación conyugal o de noviazgo entre las clases altas inglesas. "El anglosajón", dice Earle, "buscaba en una relación crear una familia, mejorar las conexiones sociales, enriquecerse y, quizá también, saciar su apetito sexual. Pero el amor no entraba en sus ecuaciones. Entre los españoles, en cambio, el amor tuvo cierto peso en una fase más temprana de la historia".

"Placer prohibido"

REBECCA EARLE se interesó en el campo de la correspondencia privada hace más de cinco años al redactar la introducción de Epistolary selves: letters and letter-writers, 1600-1945, un compendio sobre estudios en la materia. La invitación a un Congreso en Viena centrado en el tema le llevó a iniciar su propia investigación en su área de especialización, la Hispanoamérica colonial, hace escasamente dos años. "Es agradable leer cartas de extraños, saborear un placer prohibido", apunta desde Warwick en buen castellano.

Nacida en Ithaca, un pueblo del Estado de Nueva York, hace 40 años, Earle encaminó sus estudios hacia las matemáticas, llegando incluso hasta el master. Se vio entonces en un callejón sin salida, y, en 1987, dio el drástico viraje hacia los estudios de historia. Vivía entonces en Warwick, Inglaterra.

"Me especialicé en historia de Latinoamérica por motivos estúpidos. Como extranjera en Warwick conocí a muchos estudiantes y profesores argentinos, mexicanos y colombianos, principalmente. Me pareció interesante profundizar en su historia", reconoce.

A un master en Historia, en 1990, siguió el doctorado cuatro años más tarde, abarcando tres campos de investigación: Colombia en la época colonial e independencia; revueltas indígenas y la reforma de los Borbones en Nueva Granada; el papel de la imprenta en las guerras de independencia de Hispanoamérica.

Con Cartas y amor en la Hispanoamérica colonial, cuyo texto acaba de publicar en alemán con anterioridad a una versión en inglés, prevista en unos meses, se sumergió en cuestiones de identidad personal entre los inmigrantes hispanos.

Earle combina sus clases y tutorías de Historia en la Universidad de Warwick con nuevas investigaciones. En la actualidad se centra en el pasado precolombino y, en concreto, en el papel de los aztecas e incas en la construcción del nacionalismo mexicano. Parte integrante de este último proyecto son los ensayos Padres de la patria and the ancestral past y Creole patriotism and the myth of the loyal Indian, de reciente publicación.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_