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Reportaje:LA VUELTA A ESPAÑA EN 15 PROBLEMAS | INSEGURIDAD CIUDADANA | ELECCIONES 2004

El Rubio y sus 2.000 detenidos

Málaga tiene un déficit de 500 policías, pero la comisaría Norte consigue una eficacia del 40%

Luis Gómez

Sostiene Antonio El Rubio que habrá practicado unas 2.000 detenciones. No anda lejos de cumplir los 50, así que a veces se pregunta qué otra cosa puede hacer en esta vida que ser policía y pisar la calle cada día con el sexto sentido siempre afilado. Nadie le va a discutir su estadística personal, y puede que no esté demasiado alejada de la realidad si se comprende que El Rubio trabaja en la comisaría Norte de Málaga desde hace 14 años, que tiene a gala ser la que más detenciones practica en la ciudad: 1.697 en 2003 sin ir más lejos. En sus dominios está el barrio duro de la capital, el distrito de Palma-Palmilla, residencia habitual de delincuentes que cada día se desparraman por la ciudad y centro neurálgico en la venta de drogas.

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MATRIX, CRISTINA Y EL RUBIO.

La lluvia que ha caído estos días sobre Málaga alivia la tensión. Lo saben los veteranos y lo certifican las estadísticas. Llueve, luego bajan los delitos, un insospechado efecto meteorológico en materia de seguridad ciudadana. Pero no por eso le cambia la cara a El Rubio cuando sale por la mañana a cumplir con sus obligaciones en un vehículo K (algo así como un coche de paisano) junto a su compañera Cristina, 29 años, hija de policía, que cumple sus prácticas hasta septiembre, fecha en la que jurará el cargo. Es su nueva pareja después de tantos años al lado de Paco Godoy, conocido como Matrix, por su vestuario negro y su mala leche. El Rubio hacía el papel de bueno, Matrix el de malo. Así han impuesto la ley en el barrio. "Aquí nos respetan porque les machacamos todos los días".

La gente le mira de reojo, pero El Rubio saluda con descaro, como queriendo recordar quién representa la ley. Le contestan con una sonrisa forzada. Es un ejercicio de mutua diplomacia, de cinismo contenido. "A éste lo he detenido yo un par de veces, y a aquel otro también", señala El Rubio, entre un saludo y otro. "Ay si pudieran poner precio a mi cabeza". El Rubio tiene la mirada educada: sus ojos trabajan como un escáner. Ve a un tipo en ciclomotor y le pone mala cara. "Éste lleva casco, eso es que no quiere que le pare la policía. Seguro que lleva algo".

El tipo del ciclomotor ha tenido suerte. El Rubio no se detiene para pedirle la identificación porque tiene otras cosas que hacer. Prioridades. A veces se han resuelto pequeños atracos a salto de mata. Parar a un tío que pasea con una caja de vídeo por la calle. Pedirle el DNI. Hacer una llamada a comisaría y preguntar si alguien ha sustraído un vídeo en algún comercio. Obtener respuesta afirmativa. Y detenerlo.

El Rubio tiene que investigar un par de tirones a dos mujeres. Y lleva en el asiento trasero una carpeta con las fotos de individuos sobre quienes pesan órdenes de detención. Resolver un tirón no es fácil y depende de contar con algún detalle que permita iniciar pesquisas. El último caso le costó dos mañanas: un mismo autor de tres tirones; en el último, cometido en un hipermercado, la mujer se rompió el tobillo. El autor resultó ser Paquillo el Malo, un chaval de 14 años, envalentonado con una mezcla de pastillas y cerveza. "Suerte que el chaval ya tenía los 14 cumplidos", dice Cristina. "De lo contrario, no podríamos detenerlo sino entregárselo a sus padres".

La tensión estadística. Los jefes viven obsesionados con las cifras, con los índices, con la escasez de efectivos. El maltrato a mujeres es ahora delito. Y la estadística sube porque hay más denuncias: hay que buscar al marido, detenerlo y mantenerlo alejado si el juez así lo determina. Más trabajo. Hace un año se adjudicaron 16 plazas en Málaga para policías en segunda actividad destinados a vigilar las órdenes de alejamiento. Sólo se ha cubierto apenas media docena, así que un problema más a la hora de repartir trabajo para Ramón Aguilar, el jefe de El Rubio, otro hombre que no quiere dejar de ser policía: como toda medida preventiva ha optado por fumar menos y se compra paquetes de diez cigarrillos. Ramón manda a unos 30 hombres. Antes eran 40.

La falta de efectivos es un lastre en toda España. Sucede también en Málaga. El catálogo de 2000 cifra unas necesidades de 2.348 hombres para la provincia. Apenas rebasan los 1.800. Es decir, unos 550 policías menos de los necesarios. La media de edad de un policía en Málaga es de 47 años. El Gobierno ha reaccionado a última hora y ha sacado a oferta pública miles de plazas de policías, de tal manera que la Academia de Ávila no tiene capacidad. "No caben más de 1.100 alumnos y ahora hay 2.100 aspirantes en cada promoción", dicen los sindicatos. Así que la actual dirección ha inventado una medida inteligente, el aula práctica: los alumnos harán más horas lectivas en las comisarías.

El Rubio podría dibujar el árbol genealógico de muchas familias del barrio. Los ha visto entrar y salir de la cárcel, transmitir el negocio de padres a hijos, los ha visto morir y los ha visto enriquecerse. El barrio se está poblando ahora de nigerianos y sus asuntos de estafas y prostitución, además de magrebíes. Hay una calma chicha entre ellos y las tres grandes familias gitanas, los Charros, los Romualdos y los Más uno. A no faltar, estallará un conflicto territorial. El Rubio ha llegado al punto en el que no se hace preguntas. Después de 14 años pisando la calle, las cosas no han mejorado. "Esto no lo arregla la policía. Yo me limito a investigar y detener si hay pruebas".

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