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Entrevista:A BORDO DEL AVIÓN DE MARIANO RAJOY, CANDIDATO DEL PP | ELECCIONES 2004

"Aspiro a zanjar el problema del modelo de Estado"

El candidato popular declara: "Ha llegado el momento de dar mucha estopa al PSOE"

Mariano Rajoy, el candidato del PP a la presidencia del Gobierno, no esconde que alimenta ambiciones propias, pero dice que no es el momento de confesarlas. Su escudo es la expresión "exactamente", con la que quiere reflejar el grado con que piensa aplicar las actuales políticas del Gobierno Aznar. "Aspiro a zanjar en mi mandato el problema del modelo de Estado", admite, aunque ya "no tenemos el consenso con el PSOE y lo necesitamos".

Rajoy, a sus 48 años, se está construyendo a marchas forzadas un liderazgo de cercanías (sus seguidores le gritan "Mariano"), con ideas de alguien cargado de sentido común. "Mi objetivo capital es crear en cuatro años dos millones de empleos y que al final, cuando me vaya, la gente diga que vive un poco mejor". Y de muestra saca su pasado reciente, de presidente de la Diputación de Pontevedra entre 1983 y 1987. "Yo, que no soy tan viejo, llevé el teléfono a muchas aldeas gallegas e inauguré la luz eléctrica. Recuerdo además que cuando el bar en el que se ponía el teléfono era de un socialista, en mi partido encima me montaban un pifostio".

"¿Aburrido? Yo no soy un 'showman', sólo soy un señor que quiere ser presidente del Gobierno"
"Yo llevé el teléfono a muchas aldeas gallegas. Si el bar era de un socialista, mi partido me montaba un pifostio"
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También aspira a crear un consejo audiovisual para poner coto a "ciertos desmanes" televisivos. "Ya he hablado con los responsables de Antena 3 y Tele 5 para decirles que espero que colaboren". ¿Y con TVE? "No he hablado".

Por lo que dice, el resto de las políticas de Rajoy se basan en el seguidismo, incluida la posición española en la Unión Europea o la presencia de tropas españolas en Irak. ¿Va a introducir cambios en la política económica? "Voy a aplicar exactamente la actual política del PP" ¿Con las mismas personas? "Eso se habla después de las elecciones". Pero fue usted quien eligió a Rato como número dos de su lista. "Rodrigo es una persona de una valía insuperable y encima es mi amigo, pero estas cosas hay que hablarlas después del 14 de marzo".

Rajoy se cierra en banda a la hora de abordar equipos y personas, porque "estas cosas levantan muchas ampollas y sólo traen problemas". Además, hay que ir con cuidado porque se trata de una situación nueva. Hasta ahora, explica, en España los presidentes se presentaban a las elecciones hasta que perdían, y se consideraba que era también una derrota de la generación de los que formaban su Gobierno. "Ahora es distinto. Aznar se va porque le da la gana y deja a uno de su generación al frente. El criterio para formar Gobierno será una fórmula intermedia con algunos ministros actuales y otros de la generación que nos sigue". A partir de ahí, se cierra en banda. Nada sobre el recambio de Trillo o Cascos, dos de los seguros a sustituir, según fuentes solventes del PP. Nada sobre la estrella ascendente de Zaplana y muy poco sobre la emergente de Gabriel Elorriaga, su jefe de campaña electoral. "Es un tío muy listo, al que ya conocía de mi etapa de ministro de Administraciones Públicas, y era bueno hacer algún cambio en el partido". ¿Y ve posible una ministra del Interior? "Perfectamente". Pero me estoy refiriendo a su amiga Ana Pastor, la titular de Sanidad. "Veo posible eso y lo contrario".

Rajoy, centrado en el presente, no entra en el futuro. "El objetivo es la mayoría absoluta para formar un Gobierno que no esté condicionado. Y todos los demás partidos persiguen justamente lo contrario". ¿La hipótesis de una coalición con CiU? "Ni siquiera me la planteo". El candidato del PP afirma que no cree en las encuestas, igual que hizo en 2000 cuando fue jefe de la campaña de la mayoría absoluta. Sí reconoce que, desde el 23 de enero, cuando empezaron a recibir los tracking (análisis diario de la evolución de voto), "el PP ha ido creciendo mientras el PSOE continúa plano".

El candidato del PP hace la campaña en un birreactor alquilado, un Citation Excel de nueve plazas, que es propiedad del empresario Alberto Cortina. Poco antes de partir, se produce un revuelo en el aeropuerto privado de Torrejón de Ardoz (Madrid) por la presencia de un fugaz Beckham, rodeado por un enjambre de maletas. Fue como una premonición, porque la jornada del miércoles se convirtió en un baño de masas, en la inmersión populista del candidato Rajoy.

Una foto con el líder

En un día lleno de actos, la organización local del partido se había empleado a fondo en cada caso, pero Rajoy superó a todos de largo. La visita a una cooperativa de envasado de hortalizas en El Ejido (Almería) fue el primer plato, y durante el tentempié de despedida el candidato a presidente no pudo probar bocado por atender a la fila de los que le pedían una fotografía dedicada. Dio satisfacción a todos con paciencia de artesano. "¿Cómo no vas a hacerlo si lo único que quieren del líder es una foto o un abrazo?", comentó luego.

De ahí, con la caravana empujada por el despliegue de la Guardia Civil, al teatro de Roquetas de Mar, donde la aspirante a la presidencia de la Junta de Andalucía, Teófila Martínez ("conmigo tendréis", es su soniquete), calentó el acto. Rajoy se lanzó a degüello contra Zapatero y cuando dijo que los socialistas "no saben lo que van a hacer con España", tres mujeres de una edad se lanzaron al escenario para cubrirlo de besos.

De vuelta en el avión, la cita es en San Pedro del Pinatar, final de la primera etapa de la vuelta a Murcia. Rajoy, consumado aficionado, tenía que entregar al ganador el jersey amarillo. "A las tres de la tarde, llegada al aeropuerto de San Javier", reza la ficha del PP con el programa del día, "y el problema es que son las cuatro y cinco y aún no hemos aterrizado", comenta el candidato. El pinchazo de una avioneta que nos precedía en la pista había retardado el despegue. Al final hubo suerte porque los ciclistas, por el calor, llegaron con retraso. Rajoy firmó autógrafos y se dio un paseo de casi una hora apretujado por la gente del pueblo, con visita improvisada y fotos incluidas a una caseta de alistamiento de las Fuerzas Armadas. Así, de cerca, "todo el mundo le llama Mariano", lo que le llena de gozo.

La apoteosis del día fue el mitin en el pabellón de deportes de la ciudad de Murcia. 87 autobuses llegaron de los pueblos. Con su envergadura desgarbada, el candidato extiende el brazo con el pulgar hacia arriba, lanza besos al público, da paseos de torero por el estrado con los brazos en triunfo y traduce al micrófono los eslóganes que corea la grada de entusiastas colocados detrás del escenario. Cuando terminó el discurso, Rajoy se lanzó de un salto desde el estrado para ser apretujado por sus incondicionales. Veinticuatro minutos de reloj tardó el candidato en retirarse.

Todo esto forma parte de un plan, pero también es un esmero diario. Los primeros días, el candidato popular entraba y salía con tales zancadas que parecía dejar estela en las imágenes. Ahora se recrea y repasa cada noche meticulosamente fallos y aciertos. "Me acusan de aburrido porque he metido programa por un tubo. Los gritos no son compatibles con la explicación de los proyectos. Yo no soy un showman, sólo soy un señor que quiere ser presidente del Gobierno", explica. Y avisa: "Ahora nos vamos a divertir; ha llegado el momento de dar mucha estopa al PSOE".

"Ataco porque es un mitin"

Esta estrategia de ir de la explicación a los ataques estaba planificada y no responde a un reparto de papeles, como se pensaba. Rajoy define las tres fases de su campaña. "La primera fue la del balance de los ocho años de Gobierno, que para nosotros actuó como una plataforma de lanzamiento". Duró hasta el 17 de enero. La segunda, la fase de presentación del programa en foros y actos sectoriales, se extendió hasta el 26 de febrero. Y la tercera empezó con la pegada de carteles en la plaza del Obradoiro, de Santiago de Compostela. "Si ataco es porque un mitin no es una conferencia", matiza.

¿Habrá debate con Zapatero? "No soy sospechoso de no hacer debates, porque los he sufrido, y muy duros, en el Congreso a causa del Prestige y por la guerra de Irak". Entonces, cómo y cuándo. "Lo que no estoy dispuesto es a hacer el primo porque Llamazares ha dicho que quiere ser ministro y Carod ha anunciado que le va a votar". Rajoy se dispara con la tesis de que su adversario no es Zapatero, sino la coalición que, a su juicio, ha formado con IU y Esquerra Republicana de Catalunya ("No sólo es el Gobierno tripartito, es que tienen candidaturas conjuntas al Senado"). ¿Y si aceptaran los tres? "Ya veremos", contesta, y no se le saca de ahí.

Rajoy es un interlocutor de estructura flexible, a la gallega, que aparenta admitir siempre las objeciones para acabar cerrándose sin fisuras sobre sus puntos de vista. Se ha construido con tesón una biografía de político dialogante y da fe de ello cuando asegura que, si gana, se reunirá con todos los presidentes autonómicos. "Eso es indiscutible", apostilla. Quizá es la única pauta en la que, de momento, no le preocupa distanciarse de José María Aznar.

También está de acuerdo en que, cuando la lucha electoral acabe, va a ser necesario el consenso entre él y Zapatero para "zanjar" el modelo de Estado y revitalizar el Pacto Antiterrorista. Empieza con una defensa del diálogo y de repente se le abren las heridas. "Es que es muy duro soportar cuatro meses de acoso, de pasquines como si fuera un facineroso, y que cien manifestantes me arruinen gritando a las puertas del hotel la fiesta de Reyes de mi hijo", se lamenta al recordar su etapa del Prestige. Y enseguida reaparece el candidato: "Pero exijo claridad. Siempre he pactado con el PSOE, pacté el modelo de 1992, pese a los problemas que tenían, pero ahora desconozco cuál es el modelo de los socialistas".

Comida en Jockey

"Maragall simboliza la división interna del PSOE. Su modelo de Estado no es el de Bono, no es el de Rodríguez Ibarra. Lo mismo pasa con el Plan Hidrológico Nacional, que en cada sitio defienden una posición distinta." También existe un resquemor profundo hacia Zapatero, idéntico al que siente el líder del PSOE. "Al principio estuvo bien, pero en los últimos tiempos ha mantenido una actitud muy dura, ha encabezado todas las manifestaciones, ha ido a peor". Y Rajoy se lanza: "Sin duda, necesitamos el consenso del PSOE , pero el pasado 31 de julio invité a Zapatero a comer en Jockey para hablar del problema, que ya estaba sobre la mesa. Él me vino con la historia de una trama inmobiliaria en Madrid y no quiso salir de ahí. Luego, los del PSOE se reunieron en Santillana del Mar para fijar su modelo, pero después vino el pacto tripartito para formar Gobierno en Cataluña y todo se fue al garete".

Mariano Rajoy prepara a bordo de su avión de campaña su intervención en un mitin.
Mariano Rajoy prepara a bordo de su avión de campaña su intervención en un mitin.LUIS MAGÁN

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