_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Debates todo el año

El mal uso corroe las palabras. Debate era una palabra con prestigio. "Confrontación de opiniones diferentes", la define el diccionario. Antes sugería una discusión de altura. Ahora nos recuerda esos guirigáis que se suceden en las teles en los que una serie de individuos se echan en cara adulterios y malos tratos dentro de un decorado de colores tan chillones como ellos mismos.

Dice Manuel Chaves en este periódico que ha promovido un "intenso debate" sobre la reforma del Estatuto. Es una lástima, me lo he perdido. Sólo recuerdo un debate parlamentario apresurado y desabrido, como son siempre en este país los debates parlamentarios. Nuestros parlamentos se parecen cada vez más a nuestras televisiones. Sólo les hace falta dar un paso: repintar las paredes con colores parchís y que la mesa subraye las intervenciones con risas enlatadas y efectos sonoros.

Hay que dar espectáculo y los candidatos tratan de imitar a los chistosos profesionales. Pero son como payasos tristes: sólo producen pena. Quién nos lo iba a decir: cuando llega una campaña electoral echamos muchísimo de menos a Alfonso Guerra. Hay que ser muy forofo para encontrarle la gracia a Javier Arenas, Gaspar Llamazares o Carme Chacón.

La ausencia de debates ha terminado dando demasiada importancia a los cara a cara televisados durante las campañas electorales. Claro que me gustaría ver un debate entre Rajoy y Zapatero. Por supuesto que me parece excelente que Teófila Martínez haya cambiado de opinión y discutiera anoche en Canal Sur con Manuel Chaves. Pero lo deseable es que los debates se celebren durante todo el año. Y no sólo para repetir eslóganes que ya tenemos muy oídos.

Hace un año, durante la guerra de Irak daba cochina envidia ver los coloquios que se sucedían en las televisiones francesas. No se trataba de una serie de papagayos reproduciendo los argumentarios de sus partidos: eran expertos que intercambiaban puntos de vista. A los ciudadanos les correspondía formarse luego su propia opinión. No se escuchaban chistes fáciles ni se trataba de echar balones fuera inventándose un Carod Rovira. Es lo que tienen las democracias veteranas: tratan a sus ciudadanos con respeto, como a seres adultos, y, cuando alguien miente, tarde o temprano termina pagando su mentira.

Aquí no hay debates públicos. Sólo propaganda. Me hubiera gustado ver en TVE los partidarios de los pros y los contras del Plan Hidrológico Nacional. Habría sido maravilloso que Canal Sur hubiera cedido espacio a diferentes opiniones ilustradas, al margen de los eslóganes y argumentarios, para que pudiéramos construir nuestra propia opinión sobre la validez de la "segunda modernización" o la necesidad de reformar el Estatuto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

A falta de debates, todo termina convirtiéndose en una cuestión de fe. Se cree o no se cree en el Plan Hidrológico Nacional, en la "segunda modernización" o en la reforma del Estatuto. Cuando no existe la posibilidad de ilustrarse sólo queda la fe. Es decir, la religión, algo reñido con el raciocinio.

No está mal que haya debates electorales, pero lo bueno sería que los hubiese todo el año.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_