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La campaña comienza con el electorado dividido al 50%

Ayer comenzó la campaña electoral estadounidense más larga, apasionada y, probablemente, más sucia de los últimos tiempos. Hay por delante ocho meses que van a batir récords de dureza, de costes y de intensidad. El electorado está dividido al 50% y el país está cultural e ideológicamente polarizado, con el elemento añadido de que entre los demócratas late la sed de venganza por las elecciones de 2000, que ganaron en votos y que el Tribunal Supremo empujó al final en la dirección de George W. Bush.

Como para despedirse de las buenas formas y haciendo gala de la cortesía que precede al intercambio de golpes entre los boxeadores, el presidente Bush llamó por teléfono a Kerry el martes por la noche para felicitarle por su "impresionante victoria", dijo un portavoz de la Casa Blanca. Kerry le dio las gracias y le respondió: "Espero que tengamos un gran debate sobre los problemas ante todo el país".

El debate empieza ya: Kerry está hoy nada menos que en Florida -ningún demócrata puede olvidar el escenario de la derrota de 2000- y su objetivo es Bush. Kerry sabe lo que tiene enfrente: "No me hago ilusiones sobre la máquina de combate de los republicanos, sobre lo que nuestros adversarios han hecho en el pasado y lo que intentarán hacer en el futuro. Pero yo soy un luchador, y desde hace más de 30 años estoy en la batalla, en la vanguardia de la batalla por la justicia y los valores de los americanos".

Bush contraataca

Bush no se va a quedar atrás y sería equivocado e ingenuo dejarse llevar por la polvareda de las primarias y perder de vista sus recursos, así como subestimar la ventaja que tiene siempre un presidente que se presenta a la reelección. Bush vino ayer a California -lleva seis semanas viajando a los Estados en los que los demócratas han celebrado primarias- para seguir machacando en sus dos temas principales: soy el comandante en jefe de un país en guerra contra el terrorismo y el líder que va a culminar la recuperación económica.

Hoy también arrancan en todo el país los anuncios televisivos en los 17 Estados en los que más igualado quedó con Al Gore en 2000. Muchos de estos anuncios -en las grandes cadenas y en el cable- van dirigidos a los hispanos, que tienen un voto decisivo en varios de los Estados empatados. Para costear el despliegue de propaganda y la movilización de voluntarios, Bush tiene ya 140 millones de dólares y seguramente sobrepasará los 200 en los próximos meses. Kerry tiene solamente 32 millones, pero a partir de ahora la potente maquinaria demócrata acelera, unida, para recoger fondos destinados al gran combate que viene.

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