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LA CRÓNICA | ELECCIONES 2004 | Andalucía
Columna
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Conveniencias

Quién ha visto a Celia Villalobos. La candidata del PP al Congreso por Málaga no va a participar en ningún debate electoral. La tertuliana por excelencia, la dicharachera política que nunca rehuyó una invitación a confrontar ideas aunque le llegaran de medios de comunicación catalogados por el aparato de su partido como territorio hostil, ha decidido que ya basta. Recuerda la ex alcaldesa de Málaga que en su primera campaña municipal celebró más de un centenar de debates. Seguramente no exagera, porque hizo el primero seis meses antes de los comicios. Pero es que entonces Villaobos había puesto asedio a una alcaldía que el PSOE ganaba repetitivamente con mayoría absoluta, y convirtió aquella campaña en una carrera de fondo en la que todo era útil con tal de que garantizara la proyección perseguida.

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Ahora, de vuelta de casi todo, Villalobos, ex alcaldesa y ex ministra, no ambiciona más que ayudar a su partido a mantener el Gobierno, y ha decidido que ya vale de tanto debate, porque ahora ya no le interesan y ha llegado el momento de jugar a conservar, a tener la pelota sin arriesgarla.

Villalobos se ha vuelto de lo más disciplinada en su partido. Se trata de hacer una campaña lo más plana posible, en la que no haya debates porque el PP no va a confrontar con partidos que no tienen posibilidad de gobernar sólos, que su rival no es el PSOE, sino una coalición en la que estarían varios partidos más.

A su compañero de partido y cabeza de lista al Parlamento Andaluz por Málaga, Joaquín Ramírez, le ocurre lo contrario. Ramírez, como Teófila Martínez, quiere un cambio en Andalucía y, al contrario que Villlaobos, no tiene nada que conservar, debe jugar al ataque y arriesgar, y va a participar en no menos de cuatro debates en esta campaña.

La coincidencia de las elecciones generales y autonómicas es un mal asunto para poner a prueba la coherencia de las estrategias de partido. Además de que los temas meramente andaluces pasen completamente desapercibidos, resulta que no es lo mismo jugar en el Congreso que en el Parlamento Andaluz, que lo que conviene en cada escenario es bien diferente en ocasiones..

José Luis Rodrígeuz Zapatero no se cansa de emplazar al debate Mariano Rajoy, pero en Andalucía fue el presidente del Gobierno, Manuel Chaves, quien tuvo que hacer lo propio con la jefa de la oposición, Teófila Martínez, que no sabía a que carta quedar. Si Martínez siguiera la directriz de los estrategas electorales del PP, haría una campaña de bajo tono para no despertar a los votantes socialistas que en las últimas elecciones optaron por dormirse en la abstención. Pero si piensa en la Junta, la candidata del PP cree que debe poner en aprietos a Chaves, y cuestiona su gestión, y lo descalifica llamándole mentiroso, prepotente o censor. Seguramente recordará que en 1990, las primeras elecciones de Chaves, el PSOE logró la mayoría absoluta más amplia con la abstención más alta de la historia. Los datos siempre dan argumentos para que cada cual justifique su propia conveniencia.

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