Álava, reflejo vasco del pulso PP-PSOE
Los dos partidos constitucionalistas pugnan entre sí por tres de los cuatro escaños alaveses
Álava será con toda probabilidad, y una vez más, el reflejo más fiel en Euskadi de la correlación de fuerzas entre los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE. Sólo una cuarta parte de la representación que envía esta provincia a Madrid es nacionalista.
El territorio vasco con menor representación en el Congreso, cuatro escaños para sus 294.360 habitantes con derecho a voto el 14 de marzo, ha respondido históricamente en el reparto de ellos en las elecciones generales dando la victoria a quien gana en el conjunto de España. Así, desde 1996, dos diputados han sido para el PP, uno para el PSOE y el cuarto para el PNV. Es siempre el último de esos escaños el que cae del lado del partido llamado a gobernar y cuando esa duda se despeja en Álava, una provincia de fácil recuento, proporciona en la noche electoral una pista, hasta el presente certera, de quién ganará los comicios.
Jaime Mayor se mide con el mejor resultado del PP, los 66.000 votos de Alonso en 2000
La polarización entre ambas formaciones es mucho más fuerte que en 2000, cuando el acoso terrorista y el ataque común al nacionalismo por el Pacto de Lizarra y su acuerdo parlamentario con los abertzales quitó hierro a la pugna entre ambos, ligados además por un pacto para la gobernabilidad en la Diputación y el Ayuntamiento de Vitoria.
Álava tiene el 14 de marzo otra singularidad: ninguno de los cabezas de lista de los tres partidos con opción a escaño reside en él. Jaime Mayor Oreja y Ramón Jáuregui viven en Madrid habitualmente, mientras el candidato del PNV, Emilio Olabarria, lo hace en Bilbao.
Sólo el PSE conserva a su primer candidato de hace cuatro años, mientras que PP y PNV han cambiado a sus cabeza de lista: los primeros sin trauma dada la incuestionabilidad de Jaime Mayor Oreja y los segundos como fruto de la disputa entre el actual presidente de la ejecutivo, Josu Jon Imaz, y el ex portavoz, Joseba Egibar: el anterior diputado electo en 2000, Juan José Otxoa de Eribe, se decantó por Imaz en el proceso interno y, tras empatar en apoyos con Olabarria en la asamblea regional, fue desplazado al segundo puesto, de improbable salida, por decisión del Araba Buru Batzar, afecto a las tesis de Egibar.
Conservar su primer puesto en este territorio es clave para el PP y para Jaime Mayor, que, a diferencia de 2000, protagoniza en Álava una campaña basada en una opa abiertamente hostil a la base electoral del PSE. Mayor reclama esta vez el voto útil constitucionalista para parar al nacionalismo y al plan Ibarretxe, por el procedimiento de negar la validez para ese propósito a las actuales posiciones socialistas.
En esa línea, en candidato del PP, aprovechando en toda su crudeza la crisis catalana, ha llegado a acusar al PSOE de abandonar la defensa del constitucionalismo en Euskadi y la fidelidad al pacto antiterrorista y trata de erigir la victoria del PP en la única garantía de una posibilidad de alternancia al nacionalismo gobernante en las próximas elecciones autonómicas de 2005.
Esas duras invectivas, en busca de un voto socialista presuntamente menos vasquista que en otros territorios y decepcionado con el cambio introducido con la marcha de Nicolás Redondo y la llegada a la secretaría general de Patxi López, encuentran en el PSE una respuesta igual de tajante: Jaime Mayor se ha convertido en el discurso socialista en "el principal problema para la supervivencia del pacto por las libertades" y en un político "del pasado" cuya oportunidad de liderar la alternativa al nacionalismo en Euskadi pasó en 2001.
Es precisamente el candidato del PP quien tiene el día 14 en Álava el reto más difícil de superar: el listón de los 66.267 votos de 2000, el 40,33% de los emitidos, que estableció el entonces cabeza de lista por el PP, el alcalde Alfonso Alonso. Fueron 25.000 votos y 15 puntos más de los obtenidos por Ramón Jáuregui, que encabezó la lista del PSE por primera vez. Al PP le faltaron entonces menos de 4000 votos para doblar al PNV.
Esta formación, que pasa en las elecciones generales al tercer puesto en las preferencias de los electores, no aparece de salida en la mejor situación para conseguir el segundo escaño al que dice aspirar. Pese a haber desplazado en las autonómicas de 2001 y en las municipales de 2003 al PP de la primera plaza, el PNV debe ahora descontar las pérdidas por la no coalición con EA, que conservó en las últimas generales 8.000 votos.
El quinto partido en litigio, IU, queda, con la referencia de sus 9.000 votos en 2000 e incluso con su mejor resultado reciente, los más de 11.000 de las elecciones municipales, muy lejos de los 33.000 sufragios que costó en 2000 el último escaño alavés. Las papeletas de Aralar y las nulas de la ilegalizada Batasuna tendrán con casi total seguridad un papel irrelevante en la adjudicación de escaños en este territorio.
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