El debate sobre la reforma del Estatuto se abre paso
Salvo el PP, todas las fuerzas políticas abogan por acometer el cambio la próxima legislatura
El debate de la reforma del Estatuto de Autonomía de Andalucía marcará la agenda política de la próxima legislatura en la comunidad. EL PAÍS ha reunido en un debate sobre este asunto a representantes de los cuatro partidos con representación en el Parlamento andaluz: Manuel Gracia (PSOE), Rafael Salas (PP), Concha Caballero (IU) y Javier Aroca (Partido Andalucista). El punto de partida de la discusión fue si apoyaban la reforma y por qué. Quedó claro que PSOE, IU y PA abogan por la reforma para adecuar el Estatuto a la nueva realidad europea y nacional y para elevar el autogobierno, mientras que el PP cree que el momento no es oportuno por los envites nacionalistas y el plan Ibarretxe.
Manuel Gracia: "Andalucía puede equilibrar otros debates más conflictivos"
Concha Caballero: "El nuevo Estatuto no soluciona los problemas, pero sin él serán peores"
Javier Aroca: "Una forma de cargarse el debate es decir que no hay interés en la calle"
Rafael Salas: "El PSOE quiere dar cobertura a los desmanes de Pasqual Maragall"
Manuel Gracia. Aquí hay unas fuerzas políticas que plantean que es necesaria la reforma y otra que dice que no es el momento. Las razones de oportunidad que invoca el PP para decir que no a la reforma son, para los socialistas, las razones para decir que sí. El plan Ibarretxe no debe ser la gran coartada para que nos estemos quietos. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que el señor Ibarretxe decida retirar su plan? Cuando Chaves planteó la reforma no estaba planteado el plan Ibarretxe ni nadie había hablado de otras modificaciones, pero manera era previsible que eso sucediera. Si fuéramos capaces de ir a una reforma con consenso, respeto del marco constitucional y profundizando en el autogobierno eso nos permitiría jugar un papel de equilibrio frente a otros debates con tintes más conflictivos.
Rafael Salas. Ha habido mucha improvisación y una utilización con fines poco claros del cambio estatutario. La reforma tiene mucho que ver con una estrategia nacional del PSOE para dar cobertura a los desmanes que estamos viendo con la postura de [Pasqual] Maragall respecto al modelo de Estado. El PP nunca va a rehuir este debate. Yo estoy de acuerdo en que hay que plantearse cómo nos afecta Europa, redefinir la organización territorial y administrativa de la comunidad... toda una serie de cuestiones que están encima de la mesa y que vamos a debatir. La reforma de Chaves sólo toca al Senado, pero IU ha planteado la República Federal. Creemos que no es el momento de tocar muchos aspectos de la Constitución. Tendremos que progresar, pero con consensos que ahora no existen.
M. G. Aquí hay consenso. Una cosa es que cada formación tenga una idea de cuál debe ser el alcance de la reforma del Estatuto, pero hay acuerdo en que hay que afrontar una reforma. Es absurdo y torpe argumentar que estamos intentando legitimar a Maragall. ¡Pero si aquí se planteó este tema hace tres años, hombre!
Concha Caballero. El PP ha tomado de una forma frívola y bastante despreciativa, como si fuera un capricho, el asunto del Estatuto. El PP ha tenido una relación extraña con Andalucía y una cierta deslegitimación de origen; y puede volver a deslegitimarse si no acepta entrar a discutir las cosas tal y como son. Sin aspavientos y sin hacer tantos llamamientos al miedo y al inmovilismo. La Constitución puede permitir una lectura más federalizante o más centralista. IU propone replantear nuestra relación con el Estado en, por ejemplo, la determinación de los modelos fiscales y económicos que tienen que ser concertados con las comunidades. Porque el PP no puede quitar o poner impuestos que nos aten de pies y manos, ni modificar los sistemas básicos de protección sin contar con las autonomías. Ustedes discuten que Andalucía pueda determinar algunas rentas o complementos de pensiones y nosotros queremos rubricar esos asuntos estatutariamente. Si aquí tenemos problemas específicos de pobreza queremos que eso se fije de manera estatutaria para que ustedes no recurran al Tribunal Constitucional.
Javier Aroca. Se confunden dos posiciones distintas. El primer peligro que tiene el debate de la reforma del Estatuto es que éste se solape con el de quienes están a favor de un determinado modelo de Estado y quienes están a favor de otro. Cuando se habla de reforma del Estatuto no podemos hablar de cosas que se escapan del papel jurídico y político del Estatuto. ¿Cuándo es algo oportuno políticamente?, ¿cuándo lo pidan los demás? Pues no. ¿Por qué vamos a estar pendientes de lo que digan Ibarretxe o Maragall? Seremos nosotros los que tendremos que decidir. Por supuesto, para una reforma de esta magnitud se hace necesario un amplísimo consenso porque, si no, no será posible. A veces, cuando estamos hablando de estatutos, hay una especie de ninguneo político, como si el Estatuto no formara parte de la constitucionalidad del Estado. No se puede magnificar la Constitución con mayúsculas y después ningunear la carta magna de los andaluces. Nosotros también somos Estado.
M. G. En relación con la ponencia, por supuesto que estaríamos dispuestos a participar en ella. Pero lo más interesante para la próxima legislatura sería generar un clima político que permitiera el consenso básico de partida. Lo que no tendría sentido es que diéramos el paso de constituir ponencias si ya el propio hecho de constituirlas significa un elemento de ruptura del consenso. Estoy pensando en lo que ocurre en Cataluña: crear una ponencia en la que no está el PP, una fuerza imprescindible en las Cortes para ratificar cualquier reforma, no es realista.
R. S. Nosotros no nos tomamos esto con frivolidad. No rehuimos el debate. Esto tiene su historia y no me gusta. El origen del debate, al que luego se le engancha la reforma, es la segunda modernización que es un concepto político y, por lo tanto, discutible. Nosotros no hemos hecho del Estatuto nuestro elemento central de la campaña electoral.
C. C. Yo entiendo que el mecanismo de reforma del Estatuto será a través de una ponencia en el Parlamento. Lo que tendrá que decidir el PP es si participa en ella o no. Me parecería exótico que no participara. Mirando las cosas con alegría, creo que el PP va a participar, pero todavía necesita bajarse del burro lentamente. Para nosotros el problema no es si está o no el PP, sino si va a estar la sociedad andaluza o no. Nosotros hemos planteado un tipo de debate en el que se otorga mucha participación a la sociedad a través de un foro ciudadano. La reforma del Estatuto no es una necesidad de los políticos, sino una necesidad social. Cuando se discutió el Estatuto, el PP decía que éste no daba de comer y nosotros le contestamos que sin el Estatuto se comería peor. Yo eso mismo lo aplico ahora. Un nuevo Estatuto no va a solucionar los problemas de los andaluces, pero sin un nuevo Estatuto todo será peor y más difícil. Cuando el Estado se está reformulando por la vía de los hechos, el que Andalucía se quedara de brazos cruzados sería malo para su sociedad, su economía y los derechos sociales.
R. S. ¡No nos vamos a quedar cruzados de brazos, por favor!
C. C. Os lo vais a pensar.
M. G. Aquí hay algo que hemos dicho tanto Javier, como Concha y como yo. El debate sobre el Estado autonómico está planteado en España y como Andalucía no haga un ejercicio de protagonismo político...
R. S. Y de gobierno.
C. C. ¡Si es que eso no quita para criticar al Gobierno! Os equivocáis.
M. G. Como Andalucía no haga ese ejercicio de protagonismo político lo que se haga será sin contar con Andalucía.
R. S. No es verdad que en el PP estemos los que estaban en el año 1982 y que le vamos a negar el pan y la sal a Andalucía. ¡No, no y no!
J. A. Una de las maneras de cargarse el debate sobre el Estatuto es negarnos a nosotros mismos legitimidad para hacerlo. Es muy fácil descargar esto en los ciudadanos. Los partidos tenemos que decidir cosas que creemos que son buenas para Andalucía. Yo no recuerdo que hubiera en la calle un debate profundísimo sobre el contenido del Estatuto de Andalucía; lo que había era una intuición de que había que tenerlo y de que la gente quería un cambio y autonomía. Una manera de cargarse esto es decir que no hay interés en la calle; la otra es afrontar este debate tan importante con la confrontación. Son dos maneras inteligentísimas de cargárselo, empezar de manera equivocada, que no haya consenso ni siquiera a la hora de decir vamos a sentarnos. Desde luego donde haya una mesa para hablar de este asunto, el Partido Andalucista va a estar en ella.
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