Se abre la era de Rudy
La joya del Joventut, que jugará la final ante el TAU, capitaneó la estrepitosa caída del Barcelona
Rudy Fernández. Ese es el nombre de la nueva era del baloncesto español. Por si hubiera dudas, qué mejor ocasión que en las semifinales de la Copa y ante un Barcelona campeón de todo, para que este chaval de 18 años cortara la cinta de inauguración de los tiempos que se avecinan. Podrá albergarse alguna duda o diferencia de opinión, como siempre que se asiste al nacimiento de un fenómeno. Sin embargo, aunque las comparaciones sean odiosas, el impacto que está produciendo Rudy empieza a asemejarse al que hace tres años causó un tal Gasol. De casi la nada, de jugar un testimonial minuto en la Liga ACB la pasada temporada, Rudy se ha erigido en apenas cinco meses en el jugador más maravilloso que se pueda contemplar en el baloncesto español. Hace menos de un mes aún se albergaban dudas sobre la idoneidad de que fuera seleccionado para disputar los Juegos. Ya muchos lo tenían claro, pero desde ayer la mera cuestión de si acude o no a Atenas el próximo verano es ya irrisoria.
JOVENTUT 86 - BARCELONA 72
DKV Joventut: Marco (13), Rudy Fernández (16), Digbeu (18), Alzamora (10), Tabak (6) -cinco inicial-; Dumas (6), Guzmán (4), Radulovic (7), Vázquez (6), Martin (0) y Dramec (0).
Barcelona: Sada (3), Drejer (4), De la Fuente (5), Bodiroga (11), Femerling (0) -cinco inicial-; Varejao (10), Rodríguez (8), Navarro (25) y Dueñas (6).
Parciales: 25-8, 15-21, 16-12 y 30-31.
Árbitros: Sancha, Arteaga y Hierrezuelo. Excluyeron por personales a Radulovic (m.34), Varejao (m.36), Drejer (m.37) y Sada (m.40).
Unos 9.700 espectadores en el pabellón San Pablo de Sevilla.
El impacto del joven de la Penya empieza a asemejarse al que hace tres años causó Gasol
Rudy abanderó la categórica victoria del Joventut. Un triunfo, ante todo un Barcelona que, por más bajas que sufra, como las de Grimau y Fucka, e inconvenientes, como la lesión en un dedo que mermó a Navarro, siempre es un rival temible y feroz. Pero ante el vibrante juego que desplegó el Joventut, no pudo hacer otra cosa que salvar la honra, algo que tampoco muchos equipos consiguen tras recibir un varapalo como el que le infligía el equipo badalonés, al que en ocasiones superó por 20 puntos de ventaja.
El Barcelona se encontró ante un equipo mil veces más fresco, decidido y rápido. El juego del Joventut se desencadenó como un ciclón en la misma medida que el Barcelona compareció como un equipo invisible. De haberse dedicado a aplaudir, poco hubieran cambiado las cosas. Marco se comió a Sada, Digbeu a Drejer, Alzamora a Bodiroga, que empezó y jugó en muchas fases como cuatro. El Joventut tomó rápida ventaja y su ascendencia sobre el partido hizo perder los papeles hasta al entrenador azulgrana, Pesic, que fue castigado con una técnica.
En el primer cuarto Rudy Fernández sólo anotó dos puntos. Pero esa es una de las grandes virtudes del mejor jugador de la nueva ola. No es imprescindible que anote para adquirir ascendencia sobre el desarrollo de los acontecimientos. Pese a su físico liviano, roba balones, reparte asistencias, captura rebotes, provoca que su defensor sume una falta tras otra. Es el tipo de baloncesto que le encanta a cualquier entrenador y, si cabe, todavía más a Aíto, que da preponderancia al equilibrio y al rédito que tributa al equipo.
Pesic se inventó un quinteto inicial atípico, con Bodiroga acompañando a Femerling bajo los aros, y reservó lo que pudo al renqueante Navarro, dando ya protagonismo de veras al flamante fichaje danés Drejer. Batió récords de ineficacia su equipo en un primer cuarto como jamás se había visto: anotó sólo ocho puntos, ningún jugador sumó más de una canasta, no forzó una sola falta personal que le diera derecho a tiros libres, no intentó siquiera un triple, capturó la mitad de rebotes que su rival.
El desastre azulgrana fue de antología ante un Joventut que defendió a las mil maravillas -iniciaba cada jugada con un marcaje hombre a hombre para acabar en una semizona- y que se encontró cómodo en ataque. Alzamora realizó una labor extraordinaria bajo los aros, Marco empezó muy entonado en el tiro, al igual que Dumas y Digbeu. Hasta por 21 puntos dominó el Joventut (34-13). Todo un repaso que el Barcelona no pudo contrarrestar de ninguna de las maneras, ni dando entrada a Dueñas, ni recurriendo a la desesperada a Navarro. Y cuando el Joventut bajó el pistón, allí estuvo Rudy para zanjar la cuestión y disuadir al Barcelona de todo intento de remontada. Falló hasta cinco triples el fenómeno de la Penya. El dato, sin embargo, en el contexto de ayer no hace sino reforzar la forma en que asume la responsabilidad y su descaro. Porque cuando el Barcelona apretó las clavijas y se acercó en el tercer cuarto (52-41), allí estuvo él para sacar las castañas del fuego con una magnífica canasta. Y tres cuartos de lo mismo sucedió en el último periodo. Cuando arreció la impresionante racha de triples de Navarro -seis dianas sobre siete lanzamientos- y el Barça volvía a amenazar (69-60), de nuevo Rudy volvió a responder para estirar ya definitivamente la ventaja para su equipo y cerrar una estadística con 16 puntos, seis rebotes, tres asistencias, dos recuperaciones, ocho faltas sacadas al rival y, por si no bastara, un tapón. Números, en definitiva, que alumbran la nueva era, la suya, la de Rudy.
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