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Columna
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Empobrecimiento del sistema

Los resultados que arrojan prácticamente todas las encuestas pronostican un resultado electoral que se aleja relativamente poco del que se produjo hace cuatro años. Curiosamente, casi la única novedad que dichas encuestas reflejan son los problemas que tienen tanto IU como el PA para mantener sus escaños. Mientras los dos grandes partidos, PSOE y PP, no parecen tener problemas para conservar sus escaños e incluso para aumentarlos algo en el caso del PSOE, no ocurre lo mismo con los dos partidos claramente minoritarios del sistema.

No creo que sea una buena noticia lo que indican las encuestas y mucho menos lo será si el resultado electoral del 14-M coincide con lo que ellas pronostican. La complejidad de la sociedad andaluza no puede ser expresada políticamente por dos partidos casi exclusivamente. Si el resultado electoral acaba siendo el que vaticinan las encuestas se habrá producido en el sistema político una reducción excesiva de la complejidad social. Y eso no es bueno, porque supone un cierto empobrecimiento de la democracia.

Los electores de IU y del PA han sido extraordinariamente comprensivos con las direcciones de ambos partidos

En toda democracia representativa hay siempre una reducción política de la complejidad social. El Estado (o la comunidad autónoma) no es el reflejo sino la síntesis de la sociedad. Síntesis que es necesaria porque la sociedad es excesivamente compleja para poder tomar decisiones y tiene que simplificarse a través del sistema político, partidos y sistema electoral, para poder autodirigirse. Pero si el Estado no puede ser una reproducción exacta de la sociedad, sí tiene que ser expresivo de la misma. No deben quedar fuera de la representación política elementos que están presentes en la sociedad con suficiente entidad como para que tengan que ser tenidos en cuenta en la dirección política de la misma. O no deben estar presentes en una situación tan sumamente marginal que es casi como si no lo estuvieran.

Ciertamente, el resultado que se produzca será el que los ciudadanos hayan decidido libremente mediante el ejercicio del derecho de sufragio y a ello nada se puede objetar. (Dejo de lado las objeciones de Jaime Mayor Oreja, porque ya no se las toman en serio ni en su propio partido). Cada partido acaba teniendo en el Parlamento la representación que los ciudadanos le conceden y los ciudadanos nunca se equivocan. Votan lo que quieren porque quieren y no tienen por qué dar explicación alguna del sentido de su voto.

Pero el que el resultado sea inobjetable en términos democráticos no quiere decir que del mismo no se deduzca un cierto empobrecimiento del sistema político. La síntesis habrá sido el resultado de la manifestación de voluntad del cuerpo electoral, pero, por el motivo que sea, se habrán quedado fuera de ella opiniones que no deberían haberse quedado y que lastrarán el debate político y la toma de decisiones.

La izquierda no socialista y el andalucismo han estado y están presentes en la sociedad andaluza de una manera que debería tener un reflejo parlamentario que le permitiera a estas opciones participar activamente en el debate y la toma de decisiones. Un Parlamento sin el concurso de ambas expresiones políticas sería un Parlamento empobrecido, que haría, además, que el debate se crispara todavía más de lo que ya lo está.

Obviamente, si la responsabilidad no puede ser atribuida a los electores, únicamente puede ser atribuida a los partidos o, mejor dicho, a las direcciones de los partidos políticos, que pueden ver reducida su, ya de por sí, reducida presencia parlamentaria. Algo tienen que haber hecho muy mal para no progresar en un sistema político en el que el partido mayoritario lleva en el poder desde hace más de veinte años y en el que el partido que puede sustituirlo demuestra una incapacidad para hacerlo más que notable.

Las circunstancias en las que se encuentra el sistema político andaluz deberían conducir de una manera natural a un aumento de la representación política de los partidos menores. Por su propia posición deberían ser los que menos desgaste experimentaran y, en consecuencia, los que deberían convertirse en el destino del voto de unos ciudadanos con tendencia a huir de los dos grandes. A la vista de que la alternancia por el PP exclusivamente no parece viable, sería a través del crecimiento de los partidos menores como podría empezar a vislumbrarse un cierto cambio en la dirección política de la comunidad.

En este caso, además, no sirve de excusa el tamaño de la circunscripción y la fórmula electoral. El número de escaños a cubrir en cada provincia es muy superior en las elecciones autonómicas que en las elecciones generales y, en consecuencia, la fórmula d'Hondt no tiene en las primeras los efectos que tiene en las segundas. Obtener representación en el Parlamento andaluz es mucho más fácil que hacerlo en el Congreso de los Diputados.

Y, sin embargo, ocurre justamente lo contrario. En lugar de mostrar una trayectoria ascendente, parece que van cuesta abajo. Ya queda poco tiempo para rectificar, pero sería sumamente importante que tomaran nota de la situación en que se encuentran y que hicieran un esfuerzo por reprimir las tendencias cainitas que se viven en el interior de cada una de esas formaciones políticas y cerraran filas durante la campaña electoral.

Si no lo hacen, es más que probable que ambas formaciones políticas tengan que enfrentarse a procesos de refundación tras el resultado electoral. Tanto el electorado de IU como el del PA han sido extraordinariamente generosos y comprensivos con las direcciones de ambas formaciones políticas, no habiéndolas abandonado por completo a pesar de que ambas han cometido errores que resultan no ya difícil sino absolutamente inexplicables. Pero tanto va el cántaro a la fuente...

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