La policía peina Valencia en busca del preso fugado del hospital General
Una decena de controles buscaban pistas del huido "muy peligroso"
La policía nacional estableció ayer un dispositivo de control por distintos puntos de la ciudad, que se sumó al de controles aleatorios que realiza desde hace dos meses en las vías principales, para intentar localizar al ciudadano moldavo, I.G., de 31 años, preso muy peligroso que se dio a la fuga el jueves por la mañana cuando fue trasladado desde la prisión de Picassent a consultas externas del hospital General de Valencia.
También efectivos de la Guardia Civil se suman a la búsqueda del miembro de una banda armada internacional que fue detenido en diciembre pasado en el barrio de Russafa por efectivos de la policía nacional y que el jueves, con la ayuda de dos cómplices, logró escapar del hospital General. Pero las pesquisas no han dado, de momento, resultados positivos. Fuentes policiales, además, aseguran que es fácil que el fugado haya alcanzado la frontera con Francia.
Aún así, ayer fueron visibles por las calles de Valencia una decena de puntos de control -no simultáneos- que registraron vehículos pequeños, no demasiado modernos y con una o dos personas en el interior. Fuentes de la Jefatura Superior de Policía, dijeron ayer que los controles no estaban únicamente tratando de localizar al moldavo que se dio a la fuga sino que formaban parte del dispositivo que de forma aleatoria se establece desde hace algo más de dos meses en distintos puntos de la ciudad en días y horas imprevisibles.
Críticas
La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), así como las secciones sindicales de CC OO, UGT y ACAIP insistieron ayer en criticar la falta de medios humanos y materiales que garanticen un mínimo de seguridad y de eficacia cuando se trata de afrontar, por ejemplo, el traslado de un preso calificado como muy peligroso. La falta de precaución, según los sindicatos, ha sido tal que el preso conocía desde hacía días que iba a ser trasladado al hospital a una hora determinada para recibir curas en la herida en la pierna del balazo que él mismo se disparó cuando fue detenido. Eso fue lo que le permitió articular desde dentro la fuga con al menos dos cómplices que esperaron dentro de la sala en la que debía aguardar su turno el preso y hacer uso de las armas que llevaban hasta conseguir desarmar a los dos agentes del instituto armado. La fuga, desde el interior del hospital General, evidenció, según los sindicatos y AUGC, que la vigilancia es tan escasa que cualquier situación de riesgo, cualquier actuación imprevista descansa sobre los agentes que directamente conducen a los presos porque no existe ningún plan que incluya vigilancia en el exterior.
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