_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sexo en Barcelona

Rosa Cullell

Están los hombres venga a pensar y a requetepensar. Y por si no fuera bastante, no paran de contarnos lo que piensan. En las tertulias, en los periódicos, en el Parlamento, en los consejos de empresas, bancos y corporaciones, en las cámaras, en los telediarios... Pero, ¿qué piensan las mujeres? Sigue el eterno misterio. A los chicos les encanta esa mujer de mirada perdida, media sonrisa y larga melena, sexy y dulce, sin duda inteligente, pero, por favor, discreta. Y así seguimos, cada sexo en su sitio, separados hasta en el pensamiento.

Es difícil, dicen, saber lo que piensan las mujeres. Algunos lo han intentado, pero el resultado no ha desvelado demasiadas claves del pensamiento femenino. El misterio pervive. Una directora norteamericana, abducida por algún extraterrestre masculino, hizo una película sobre el tema. Mel Gibson, guapísimo y muy cómodo en su papel de patoso machista, leía la mente femenina y descubría que las chicas pensaban, exclusivamente, en los hombres. Aquellas mujeres sobradamente preparadas dedicaban las 24 horas del día (en el trabajo, en la calle, en la barra del bar, en el súper...) a pensar en ellos. Eso sí, hartas de estar dándole vueltas a ese único tema, los ponían verdes sin piedad.

Por primera vez, una serie con mujeres sin menopausia consigue grandes audiencias

El intento de más éxito de este mundo global, ha sido Sexo en Nueva York. Por primera vez en la historia de la televisión, una serie protagonizada por mujeres sin menopausia (la otra fue Las chicas de oro) ha conseguido grandes audiencias. Montones de horas en las que cuatro impresionantes señoras, con impecables cortes de pelo, han hablado sin parar de sexo. Masculino, claro. Ya no van a rodar más capítulos, pero nos han dejado algunos grandes pensamientos. Sobre la economía: "El dinero es poder, el sexo es poder. Obtener dinero del sexo es sólo un intercambio de poder". Sobre el sector inmobiliario: "Todas necesitamos un hombre. Por eso, yo alquilo mi apartamento. Si tienes tu propio piso y él no, la estructura de poderes está mal. Los hombres no quieren mujeres tan autosuficientes". Sobre política internacional: "El único lugar donde puedes controlar a un hombre es en la cama. Si les hiciéramos sexo oral continuamente, podríamos dominar el mundo". Han sido seis años de pensamiento femenino, puro y duro; del que gusta a los hombres.

Ha quedado claro que las señoras pensamos en el sexo. Aunque las mujeres que yo conozco piensan también en otras muchas cosas y -siento desvelar el misterio- sus intereses, sus comentarios, no se apartan demasiado de los de los hombres. Últimamente, aunque no lo crean ni lo vean, las he oído hablar de las abiertas y cerradas crisis del tripartito. También de Bush y de sus armas de destrucción perdidas. Y de lo pasado de rosca que está Trillo echando monedas, llamándonos "queridas" y obsesionado con conquistar Perejil.

Han comentado algunos artículos que escriben nuestros queridos pensadores, todos tan profundos, sobre esos encapuchados a los que están dando importancia sin que se la merezcan. Las he escuchado recomendar el último libro de Susan Sontag, que también es de Nueva York. Y preocuparse por asuntos a los que ellos no dedican ni un minuto: la lucha por conciliar el empleo y la vida personal; la vuelta al trabajo después de la baja que casi siempre es sólo maternal o esos padres mayores a los que también tienen que cuidar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Sí, cierto, ayer en el gimnasio estuvimos hablando de hombres. Una amiga enfermera, con turno de noche e insomnio crónico, ha descubierto unos bares cubanos, llenos de mojitos, salsa y merengue, que son como los de La Habana, pero en el Raval. O sea, que hablamos de sexo en Barcelona.

Rosa Cullell es consejera delegada de Grup 62.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_