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Las milicias haitianas toman sin apenas resistencia la segunda ciudad del país

Los rebeldes asaltan una comisaría y el aeropuerto de Cabo Haitiano

Juan Jesús Aznárez

Pésimamente defendida, Cabo Haitiano, con casi un millón de habitantes, segunda ciudad de una Haití en llamas, fue tomada ayer por las milicias que exigen la renuncia del presidente, Jean Bertrand Aristide. El ex cura salesiano aceptó el plan de paz propuesto por EE UU, Canadá y la Organización de Estados Americanos (OEA), pero sus cesiones no detuvieron la espiral de violencia.

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Los hombres del comandante Guy Philippe avanzaron y asaltaron el aeropuerto de la ciudad portuaria del norte y se adentraron a tiros en su centro urbano. Los rebeldes, que el día 5 de febrero tomaron la emblemática Gonaives, donde hace 200 años esclavos cimarrones o libertos proclamaron la independencia de la primera república negra de América, controlan varias poblaciones del norte y otras vecinas a la frontera con la República Dominicana.

Partidas armadas avanzaron hacia Cabo Haitiano por el sur, desde su bastión en Trou Norte, ocuparon un avión de la línea nacional Air Tropical aparcado en las pistas de la terminal aérea, y después saquearon y quemaron la principal comisaría y se colaron por la periferia de la ciudad, sin encontrar mucha resistencia, según testigos y transmisiones de la radio local.

El grueso de la localidad no se opuso a la incursión, efectuada por determinados accesos para sorprender a las dotaciones policiales del Gobierno. Las informaciones eran ayer confusas, pero uno de los portavoces de los insurgentes, Winter Etienne, ya había advertido sobre su inminencia coincidiendo las fiestas de carnaval. Las columnas de humo en los cielos del aeropuerto, cuyos empleados corrieron a refugiarse bajo las mesas de la torre de control o abandonaron las instalaciones a toda prisa, y el intenso fuego de ametralladora en los arrabales de Cabo Haitiano certificaron la existencia del ataque.

Aterrorizadas, familias domiciliadas en los barrios alcanzados por los disparos abandonaron sus hogares hacia áreas más tranquilas, mientras la sensación de anarquía crecía en aquellas barriadas donde fue conocida la irrupción de los sublevados. La ciudad apenas estaba defendida con barricadas que cerraban sus accesos y grupos de civiles oficialistas, y su fuerza policial era insuficiente en arsenal y moral de combate.

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El alcalde, Wilmar Innocent, había informado de vísperas que patrullarían sus calles 180 agentes, pero no hay certeza sobre su número total, ni sobre la resistencia ofrecida a los insurrectos, aparentemente escasa. En días anteriores, muchos policías se refugiaron a cal y canto en las comisarías, argumentando la inutilidad de su pobre armamento. Las algaradas ocuparon su espacio, incendiaron casas e instaron a una rebelión a cuchillo.

Paralelamente, al menos una persona murió en el ataque de una decena de insurgentes a un puesto policial de Bon Report, a 12 kilómetros de la capital. Se trata de la amenaza más cercana al Palacio Presidencial, finalmente repelida. La localidad está situada cerca del aeropuerto internacional, utilizado por la delegación internacional que intentó una salida negociada a la crisis haitiana.

Varios accesos a Puerto Príncipe fueron cortados por los violentos chimeres progubernamentales para impedir una eventual penetración de la soldadesca rebelde durante el desarrollo de los carnavales. "¡Vamos a defender a nuestro presidente con la vida!", gritaban algunos de los jóvenes que protegían las barricadas. El mandato de Aristide termina en febrero del año 2006, pero la oposición exige su salida por considerar que ganó fraudulentamente la presidencia, en el año 2000.

La situación en el país más pobre de América, con 32 golpes de Estado en sus dos siglos de vida independiente, es precaria: la crisis política no encuentra solución pacífica y el machete impone su lógica. Más de 50 personas han muerto hasta ahora y una docena de ciudades o villorrios han caído en manos rebeldes desde el comienzo de la ofensiva contra Aristide, que cuenta con 5.000 policías tras haber disuelto el Ejército en el año 1994. Tres años antes, el ex sacerdote había sido derrocado por un cuartelazo.

Debió exiliarse en Estados Unidos, que invadió Haití hace 10 años con 20.000 marines para reinstalarlo en el poder. Las gestiones diplomáticas parecían ayer baldías. Premonitorio, alistando arreos y belicosas soflamas, lo avisaba este jueves Roberto Dragón, lugarteniente de Guy Phillipe. "Lo que haga la oposición polaca, a mí, ni fu, ni fa. Estamos aquí para pelear".

La oposición debate el plan

Atenta a la evolución del asalto sobre Cabo Haitiano, la oposición política del país debatió ayer la propuesta de representantes de Estados Unidos, Francia, Canadá, el Caricom (Comunidad Caribeña) y la Organización de Estados Americanos (OEA): el nombramiento de un primer ministro independiente, con facultades para incorporar a miembros de la oposición en un Gobierno. De entrada, el frente civil contra el presidente haitiano, Jean Bertrand Aristide, rechazó la oferta, pero prometió anunciar hoy la definitiva respuesta.

Aristide respaldó la propuesta del grupo mediador, que incluye la creación de un ambiente propicio para nuevas y limpias elecciones. Asimismo, se comprometió el desarme de los gubernamentales chimeres, improbable en estas circunstancias porque son su principal sostén.

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