Venezuela, en caída libre
El PIB del quinto exportador mundial de petróleo bajó un 9,2% en 2003
El Gobierno venezolano ha cerrado dos años de contracción económica devaluando su moneda en un 16,7%, una medida que persigue reactivar el sector exportador, favorecer la futura emisión de bonos por 2.700 millones de dólares y reducir la abultada deuda pública interna. Los detractores de esta política temen que la inflación se dispare por encima del 30%.
La caída del bolívar permitirá que el endeudamiento doméstico baje de 12.940 millones de dólares a 10.745 millones, el 10% de la deuda pública
Una de las principales tareas de la devaluación es reactivar la industria petrolífera, que bajó su producción en un 10% durante el año pasado
El balance de la economía venezolana durante el pasado año es crítico: los datos del Banco Central venezolano revelan que el producto interior bruto (PIB) cayó un 9,2% -lo que se suma a la contracción del 8,9% registrada en 2002-, el desempleo ya alcanza al 14% de la población, la inflación se disparó un 27%, las exportaciones bajaron un 17% y la deuda pública está por encima del 40% del PIB.
Consciente de ello, el equipo económico del presidente Hugo Chávez, cuyo mandato se ha caracterizado por la ortodoxia financiera, el control cambiario y el aumento del gasto público, decidió devaluar la moneda local, el bolívar, en un 16,7%. Ésta es la primera medida del año para combatir la creciente crisis económica y se suma a otra devaluación del 100% en febrero de 2002. De este modo, a partir de la semana pasada, cada dólar se cotiza en 1.920 bolívares.
El lastre de las huelgas
¿Qué se persigue con esto? El ministro de Finanzas venezolano, Tobías Nóbrega, defiende una reactivación del sector exportador, sobre todo el petrolero, que cayó un 10% en 2003, lastrado por las huelgas del primer trimestre de ese año y que paralizaron el país por dos meses. La idea es aprovechar el alza internacional que se avecina en los precios del crudo, un sector que representa el 25% de las exportaciones venezolanas y más de la mitad de los ingresos totales del fisco.
No obstante, otros analistas apuntan a que Chávez sólo quiere favorecer la próxima emisión de 2.700 millones de deuda pública. Parte de los nuevos bonos que saldrían al mercado se podrían pagar en bolívares, con lo que el Gobierno tendría recursos frescos para postergar y refinanciar los 2.400 millones de dólares en bonos que vencen en 2004. El resto de dinero recaudado se utilizaría en mejorar la infraestructura pública del país.
Con esta medida se favorece también la reducción de la deuda pública doméstica, uno de los grandes lastres de la economía durante 2003. Se estima que sólo por efecto de la devaluación, la deuda interna bajará de 12.940 millones de dólares a 10.745 millones. Con todo, los detractores de Chávez, entre los que se encuentra prácticamente la totalidad del sector privado, advierten que todos estos movimientos no harían más que abultar el déficit fiscal, que crece a un ritmo del 3% del PIB anual y que totaliza 36.000 millones de dólares en deuda.
Inflación galopante
Las críticas no paran ahí. Líderes empresariales advierten que la devaluación puede provocar que la inflación crezca por encima del 30% durante este año, lo que conllevaría, según señalan, un aumento en los precios de la cesta de la compra, en el coste de los vehículos, de las viviendas y, en general, de la vida. Esta situación empeora si se suma la considerable baja en las remuneraciones reales, según apunta el último informe de la Cepal en el apartado referido a Venezuela.
En este contexto, la inversión extranjera no petrolífera se encuentra estancada y los inversores internacionales creen cada vez menos en Venezuela. Prueba de ello es que la compra de bonos estatales es realizada sólo por bancos venezolanos y que el riesgo país se mantiene sobre los 600 puntos. Todo mientras la oposición intenta reunir el apoyo necesario para un referéndum revocatorio que decidiría la continuidad de Chávez en el poder.
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