_
_
_
_
DON DE GENTES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mi obra póstuma

Elvira Lindo

HE LLEGADO a una convicción trascendental: me he equivocado de vida. Yo para lo que soy buena que te cagas, no es para la literatura, sino para los negocios. Yo soy una Mari Negocios. Bueno, he de decir en honor a la verdad que antes que yo se dieron cuenta de esta evidente realidad los críticos, que me llamaban escritora comercial y esas cosas que te dicen para insultarte porque en el fondo lo que les pasa es que envidian tu dinero porque ellos haciendo sus críticas llegan raspando a fin de mes. Les acompaño en el sentimiento. Más no puedo hacer. No soy una ONG. Para ser escritor de raza (como les gusta decir a dichos críticos) hay que tener vida interior. Y yo carezco de ella. Es más, he dejado de ir al psiquiatra porque me di cuenta de que en vez de confesarle los latidos íntimos de mi alma le contaba todos los chismes de los que me iba enterando. El psiquiatra me adoraba, tía. No es para menos: le ponía al día y encima le pagaba. Menos mal que Bicoca, que ama el dinero casi tanto como yo, me abrió los ojos: "Estás haciendo el tonto, Viruca, el que te tenía que pagar era él a ti". Y así mismo se lo dije a mi doctor. Dirán ustedes que exagero, pero me pareció que los ojillos se le humedecían. No me extraña, porque después de pasar el día escuchando a una pandilla de perturbados que no saben más que hablar de yo-yo-yo, te llega una tía (como yo) con gracejo que te pone al día de los dimes y de los diretes, y francamente, lo agradeces. Pero ¡se acabó! No soy una ONG. Le dije: a partir de ahora, doctor, leáme en EL PAÍS, como cualquie españolito de a pie. Y él me dijo: "Mujer, no es lo mismo". Ahí tuve que darle la razón, porque yo a mi psiquiatra le contaba unos chismes mucho más golosos que los que cuento en estos artículos, dónde va a parar. Es que yo no puedo contar todo lo que sé. Sería superfuerte. Lo publicaré tras mi muerte. Al escribir el diario es cuando me he dado cuenta de que no tengo vida interior. Todo es vida exterior. A mí, los diarios de esos escritores con tanta vida interior que te cuentan el sinsentido de su existencia me dan urticaria. A mí me gustan, por ejemplo, libros como el de la vida de Katharine Hepburn donde ella te cuenta quiénes fueron sus amantes, sus amigos y a qué personas aborrecía. La vida es eso. Tiene mucha gracia cuando la Hepburn habla de lo mal que le caía Lawrence Olivier. Cuenta que era buen actor de teatro, regular actor de cine, arrogante y envidiosillo. Dice la Hepburn que cuando su mujer, Vivien Leigh, ganó el Oscar por Lo que el viento se llevó, Olivier le dijo: "Cariño, vayámonos de este mundo de comerciantes hollywoodienses y representemos a Shakespeare en Londres". Y así la tuvo durante años, hasta que Vivien Leigh volvió al cine con Un tranvía llamado deseo y se gana otro Oscar, y Olivier, que ya debía de estar verde, le dijo: "Cariño, debo salvarte de Hollywood, nos iremos a Londres e interpretaremos a Shakespeare". Y lo que es la vida: Olivier pasará a la historia como un hombre equilibrado, y su señora, como una histérica perturbada. En el libro se sugiere que tal vez nuestra bella Hepburn podría haber tenido inclinaciones lesbianescas. Le pregunté a una fan lesbi que me escribe bellos correos electrónicos que qué le parecía dicha teoría, y mi amiga Ciberbollo me dijo que ella cree que sí, que lo era, que al fin y al cabo en su relación con Spencer Tracy no podía haber mucho intercambio sexual, dado que Spencer era completamente alcohólico, y el alcohol, ya sabemos las mujeres, propende al gatillazo. Bueno, tal vez mi Ciberbollo arrima el ascua a su sardina. Llamaré a Lorena Berdún y se lo preguntaré. Por cierto, que el otro día Lorena dijo que era normal que las criaturas mientras practicábamos sexo con nuestras parejas pensáramos en otros individuos/as porque, al fin y al cabo, el sexo es imaginación. Se lo conté a mi santo y me dijo que él está en contra de la imaginación en este caso y en general y que me iba a prohibir el programa de la Berdún porque a las mentes tiernas como la mía, dichas informaciones podían provocarles daños irreparables. Eso de que mi santo no tiene imaginación es cierto que te cagas, porque escribe unos libros sobre cosas que pasan delante de sus narices. Y, por ejemplo, en su actividad como cocinero, que yo personalmente valoro aún más (si cabe) que su actividad intelectual, a mi santo nunca se le ocurriría desestructurarte una tortilla. Él hace una tortilla estructurada que te cagas que me gustaría que la probara este cocinero catalán que sale en The New York Times, Ferran Adrià. Cuando mi santo me perpetra esa tortilla, yo es que me rindo y le digo: ahora yo te hago lo que tú quieras. A mí es que mi santo me entra por el estómago (es un decir).

Hablando de catalanes. Escribiendo mi diario, este diario en el que doy cuenta de mi fascinante "vida exterior" (y que publicaré tras irme de España o tras mi defunción), me he dado cuenta de una cosa espeluznante: fui a Nueva York y se cayeron las Gemelas, fui a Mallorca y hubo apagón de luz en toda la isla, fui a Italia y hubo apagón en todo el país, fui a Londres y apareció Bush (que ya es coincidencia), y voy el miércoles a Barcelona y van los asesinos encapuchados y envilecen el mundo. Y luego dicen de la Pantoja; la Pantoja a mi lado es una aficionada. Lo digo sin retintín.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_