El clérigo demócrata
Mohamed Jatamí alumbró todas las esperanzas de los iraníes con una espectacular victoria en las presidenciales de 1997. Jatamí se inventó la democracia islámica y arrastró tras de sí a millones de iraníes atrapados en un régimen que les había cortado las libertades individuales y no había cumplido sus promesas de mejoras del nivel de vida para todos. Millones de jóvenes nacidos después de la caída del sha (1979) creyeron a pies juntillas que se abría una nueva era. Cuando las reformas no avanzaban, Jatamí les pidió que le dieran un Parlamento afín y se lanzaron de nuevo a votar, pero, aunque la marea reformista había inundado la Cámara, la democracia seguía sin funcionar. Los iraníes no han comprendido hasta esta crisis política que Jatamí es, ante todo, un clérigo, un hombre del sistema, un soldado del islam.
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