"El teatro alternativo es el más creativo"
Sergi Belbel (Tarrasa, 1963) es autor y director de escena y del Proyecte T-6 (para promover nuevos autores) del Teatre Nacional de Catalunya. Como director tiene en cartel en el TNC Dissabte, diumenge i dilluns, de Eduardo de Filippo, y en marzo estrena en el Romea Teatre sense animals, de Jean-Michel Ribes. De sus obras Caricias y Después de la lluvia, se han hecho decenas de montajes en todo el mundo. En septiembre estrena Forasters en el TNC.
PREGUNTA. ¿El teatro de director ha desplazado al de autor en España?
RESPUESTA. Lo que sucede en el resto de España es diferente de lo que pasa en Cataluña. Aquí el Teatre Nacional estrena a cinco autores vivos por temporada; también el Romea, el Poliorama y a veces el Lliure programan alguno, y las salas alternativas tienen en el teatro de autor su punta de lanza. De lo que sucede en Madrid tengo menos noticias, pero me asombra que textos como Camino del cielo, de Juan Mayorga, reposen en un cajón. El director es alguien que explica la obra, pero históricamente son los autores quienes han llevado al teatro en una u otra dirección. Y el autor se hace estrenando, no cuando ve sus obras condenadas al cajón. Cuidarle es una asignatura pendiente de nuestro teatro que, por otra parte, goza de buena salud: el número de espectadores sube y sube cada temporada. Paradójicamente, al creer probable que no se representen, los autores de Madrid elaboran obras más complejas y comprometidas. A veces, una crisis lleva por caminos que serían impensables en una situación normalizada.
P. Hasta hace unos años, en la autoría dominó una línea de investigación eminentemente formal. Ahora parece que los autores vuelven a la búsqueda del tema y de la obra bien hecha.
R. Son ciclos necesarios. En tiempos difíciles, se da la vuelta a la tortilla. El boom de las obras formalistas coincide con el espejismo de bienestar de principios de los noventa, momento en el que el autor piensa: "Si no podemos cambiar la mentalidad de los espectadores, juguemos un ratito". Pero ante la hegemonía de un imperio que se está extendiendo de manera impúdica y con un discurso absolutamente retrógrado, recuperamos el espíritu combativo y la capacidad de indignación. Respecto al regreso a la pieza bien hecha, es porque quizá nos habíamos pasado de la raya con lo experimental. Podemos decir lo mismo con igual contundencia, pero de forma que llegue a mayor número de espectadores. Porque, aunque vuelvas a los cánones, si has experimentado, algo queda: dentro de una forma aparentemente convencional pueden introducirse pequeñas bombas. El equilibrio consiste en interesar al espectador sin renunciar a tu propio mundo.
P. En la cartelera de Madrid se ve una colonización anglosajona creciente.
R. En Barcelona también, aunque no de modo tan claro. Aquí hay en cartel obras de Sanchis Sinisterra, Cunillé, Pau Miró, Gemma Rodríguez, T de Teatre, Pepe Rubianes
... En realidad, de lo que ocurre en Madrid, Valencia, Andalucía o el País Vasco sabemos poco, porque el teatro ya no tiene un vehículo de comunicación estatal como la revista El Público, que en los años ochenta nos mantenía conectados e informados.
P. Las nuevas generaciones no encuentran dónde presentar su trabajo. ¿No hace falta un circuito más allá del alternativo?
R. El teatro alternativo es el que más se ha movido en los últimos años, el más creativo, el lugar donde se ha producido el 80% de lo nuevo. Está siendo apoyado por la Administración, pero no lo suficiente. Faltan espacios alternativos, y ayudas para que sigan existiendo. En Barcelona se ha cerrado el Malic, una pérdida. Albert Espinosa, un autor nuevo importante y con voz propia, salió de allí.
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