El Círculo baja el cielo a su terraza
Madrid contará pronto con un mirador privilegiado: la terraza del edificio del Círculo de Bellas Artes, donde se alza, solitaria y guerrera, la estatua de la diosa Minerva. Será el baluarte de las futuras miradas. Su espacio de 800 metros, hasta ahora vedado al público, va a ser adecuado a los visitantes con la idea ganadora de un concurso arquitectónico fallado ayer y convocado por la institución cultural, patrocinado por la empresa Technal y diseñado por la firma Arquidec.
El palmarés para el cierre perimetral de la magna terraza madrileña se lo han llevado dos mujeres arquitectas, Ana María Díaz González y Carolina González Vives, que, pese a su juventud, tienen en su haber experiencias profesionales como las de haber colaborado con estudios de arquitectos como los de Castañón, Adela Ortega o Navarro Baldeweg y Cano Lasso.
Desde el nuevo mirador, sus visitantes dominarán uno de los surcos axiales de la ciudad, el que signa la calle de Alcalá en su engarce con la Gran Vía, prohibido hasta ahora a la contemplación pública. La terraza se despliega encima de la calle del Marqués de Casa Riera, en paralelo al frente occidental del cercano Banco de España, con el palacio de Correos al fondo.
Allí arriba, a unos 60 escalofriantes metros del suelo, madrileños y forasteros podrán compartir -con plena seguridad- vistas semejantes de las que goza un halcón que se enseñorea desde el contiguo farallón de la Telefónica, en Gran Vía.
Proponen ambas arquitectas "un suelo elevado de cristal", una especie de alfombra vítrea sobre la que circularían los visitantes, para que puedan "disfrutar de las maravillosas vistas de la ciudad que permite el edificio". Esta alfombra cristalina cuadrados consiste en una superficie continua que se va adaptando a la configuración del solado de la terraza. Ésta se halla jalonada por dos claraboyas y dividida en niveles que el proyecto premiado resuelve con suaves y peldañeados taludes que permitirán al público sentarse a mirar el techo de Madrid. Dos futuros ascensores discurrirán dentro de la gran escalera marmórea del edificio.
El tapiz cristalino que cubrirá el suelo de la terraza quedará retranqueado de tal manera que alejará convenientemente a futuros visitantes del peto, de apenas un metro de altura, que ahora circunda la escotada azotea madrileña. Sobre el piso vítreo quedarán dispuestas y flotantes escenas mitológicas celestes, con las que las autoras del proyecto establecen un diálogo entre el suelo de la terraza y el cielo de Madrid, para acompañar a la estatua de Minerva que monta guardia con una lanza en su mano derecha, esculpida por el gaditano Juan Luis Vasallo en los años sesenta. Ha sido este engarce poético, que sugiere allá arriba la idea de un mar añorado, el que ha cautivado a los jurados del concurso, como ha escrito Juan Miguel Hernández de León, presidente del Círculo de Bellas Artes.
La idea de esta alfombra de cristal, denominada por sus autoras El cielo como techo, ha granjeado a éstas un premio de 4.500 euros y a otros cuatro concursantes accésit sobre el cierre de la terraza del edificio del arquitecto Antonio Palacios. Desde la acera de enfrente de Alcalá y desde Cibeles, otras construcciones suntuarias suyas, como el palacio de Correos y el de las Cariátides, dialogan con el del Círculo de Bellas Artes. Algunos elementos de los otros 16 proyectos podrán ser integrados en la propuesta resultante.
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